Abubilla
Upupa epops, Linnaeus 1758
Inglés: Hoopoe
Francés: Huppe fascié
Se asoma hoy a estas líneas un protagonista que se clasifica en el único género existente de la familia de los Upupidae, la cual a su vez se integra, junto con los cálaos, en el Orden de los Bucerotiformes, que ahora se estila escindirlo de los Coraciiformes en los que hace no mucho se solía incluir como Suborden.
Es la única especie viviente de la familia o casi, según se mire. Últimamente es frecuente segregar de ella la abubilla de Madagascar (Upupa marginata), e infrecuente hacer lo propio con Upupa epops africana, que habita en África, desde más o menos el Ecuador hacia el sur.
25 a 30 cm mide y 60 o 70 gramos pesa. No tiene variaciones conspicuas del plumaje por sexos ni edades; salvo pequeñas matizaciones de tono, tiene desde su primer plumaje igual color, igual patrón e igual penacho en la cabeza de plumas eréctiles según su estado de excitación.
Se comportan las abubillas europeas mayoritariamente como migradoras transaharianas, aunque no faltan las que se quedan a invernar en las zonas cálidas del sur y este de la Península Ibérica, mientras que las siberianas invernan en Asia meridional.
Foto: Javier Macías |
Es ave propia de zonas más bien secas, que tiende a evitar las zonas de clima atlántico, montañas y zonas en general de alta pluviosidad estival. Se dice que no necesita realmente agua para beber, porque puede obtener la suficiente de su dieta insectívora, ni para asearse porque lo hace con baños de polvo.
Foto: Carlos A. Ramírez |
Se busca la vida hurgando en el suelo, el mantillo o el estiércol con el pico en busca de insectos grandes, incluyendo pupas de procesionaria del pino, otros invertebrados y alguna que otra lagartija.
Emite el macho en la época de celo su conocido bup-bup-bup, generalmente de tres sílabas, pero a veces de dos o de cuatro; se ha comprobado experimentalmente que la longitud promedio con que emite un macho este reclamo lleva correlación positiva con su estado fisiológico y su potencial reproductor, y así lo entienden también las hembras al elegir pareja.
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Foto: Germán Fraile |
Efectúa la puesta de unos 6 a 8 o incluso 10 huevos en algún tronco hueco, pedriza o recoveco de una construcción, donde acumulan un poco de mullique con los restos quitinosos de su alimento y alguna hierbecilla o plumas, pero nada que se parezca a un nido estructurado. La incubación la realiza la hembra, y empieza desde la puesta de los primeros huevos, siendo por tanto la eclosión asíncrona, aproximadamente a los 17 días de cada huevo, lo que prácticamente supone la muerte de los últimos polluelos, a menos que se den muy bien las cosas. A veces puede sacar dos polladas en una temporada pero no es lo habitual.
La puesta se suele efectuar en lugares a poca altura, y la defienden con olores pestilentes. Tienen los machos adultos , y las hembras fuera de época de cría, la secreción grasa de las glándulas uropigiales inodora y transparente, pero en las hembras en época de cría y en los pollos, se vuelve tal secreción más abundante, oscura y fétida, debido a la acción de bacterias mutualísticas que proliferan en las glándulas, y con esta secreción unta también la hembra los huevos, para los que al parecer tiene una función germicida, y los va tornando de azulados a marronuzcos según avanza la incubación. La acumulación de excrementos en los nidos contribuye también a la pestilente defensa, y si aún así asoma la nariz algún depredador, son los pollos proclives a darle la espalda y bombardearle proactivamente con sus deyecciones. Un mes escaso suelen permanecer los pollos en su cubículo natal, y otros 8 o 10 días andarán por ahí siendo alimentados por los adultos hasta saber apañarse solos.
Foto: Carlos A. Ramírez |
Se cree que la población mundial puede andar por los 5 o 10 millones de individuos, de los cuales más o menos la mitad es la población reproductora de Europa. Se considera la abibilla común como de población decreciente por la UICN, aunque catalogada como “preocupación menor”, mientras que su pariente malgache parece tener población estable. La legislación española la protege incluyéndola en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin otorgarle catalogación de amenazada.
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Foto: Javier Macías |
La especie fue descrita por Linneo, asignándole como nombre genérico el latino de origen claramente onomatopéyico que ya utilizaban los clásicos, mientras que épops es el que le daban los griegos. El nombre español, abubilla, procede del diminutivo de upupa.
Foto: Carlos A. Ramírez |