domingo, 25 de mayo de 2025

AVE DEL MES mayo 2025

Abubilla

Upupa epops, Linnaeus 1758

Inglés: Hoopoe

Francés: Huppe fascié


Se asoma hoy a estas líneas un protagonista que se clasifica en el único género existente de la familia de los Upupidae, la cual a su vez se integra, junto con los cálaos, en el Orden de los Bucerotiformes, que ahora se estila escindirlo de los Coraciiformes en los que hace no mucho se solía incluir como Suborden.

Es la única especie viviente de la familia o casi, según se mire. Últimamente es frecuente segregar de ella la abubilla de Madagascar (Upupa marginata), e infrecuente hacer lo propio con Upupa epops africana, que habita en África, desde más o menos el Ecuador hacia el sur.



Foto: Carlos A. Ramírez


25 a 30 cm mide y 60 o 70 gramos pesa.  No tiene variaciones conspicuas del plumaje por sexos ni edades; salvo pequeñas matizaciones de tono, tiene desde su primer plumaje igual color, igual patrón e igual penacho en la cabeza de plumas eréctiles según su estado de excitación.

Se comportan las abubillas europeas mayoritariamente como migradoras transaharianas, aunque no faltan las que se quedan a invernar en las zonas cálidas del sur y este de la Península Ibérica, mientras que las siberianas invernan en Asia meridional.

Foto: Javier Macías

Es ave propia de zonas más bien  secas, que tiende a evitar las zonas de clima atlántico, montañas y zonas en general de alta pluviosidad estival. Se dice que no necesita realmente agua para beber, porque puede obtener la suficiente de su dieta insectívora, ni para asearse porque lo hace con baños de polvo. 

Foto: Carlos A. Ramírez

Se busca la vida hurgando en el suelo, el mantillo o el estiércol con el pico en busca de insectos grandes, incluyendo pupas de procesionaria del pino, otros invertebrados y alguna que otra lagartija.


Emite el macho en la época de celo su conocido bup-bup-bup, generalmente de tres sílabas, pero a veces de dos o de cuatro; se ha comprobado experimentalmente que la longitud promedio con que emite un macho este reclamo lleva correlación positiva con su estado fisiológico y su potencial reproductor, y así lo entienden también las hembras al elegir pareja.

Foto: Germán Fraile

Efectúa la puesta de unos 6 a 8 o incluso 10 huevos en algún tronco hueco, pedriza o recoveco de una construcción, donde acumulan un poco de mullique con los restos quitinosos de su alimento y alguna hierbecilla o plumas, pero nada que se parezca a un nido estructurado. La incubación la realiza la hembra, y empieza desde la puesta de los primeros huevos, siendo por tanto la eclosión asíncrona, aproximadamente a los 17 días de cada huevo, lo que prácticamente supone la muerte de los últimos polluelos, a menos que se den muy bien las cosas. A veces puede sacar dos polladas en una temporada pero no es lo habitual.

 

La puesta se suele efectuar en lugares a poca altura, y la defienden con olores pestilentes. Tienen los machos adultos , y las hembras fuera de época de cría, la secreción grasa de las glándulas uropigiales inodora y transparente, pero en las hembras en época de cría y en los pollos, se vuelve tal secreción más abundante, oscura y fétida, debido a la acción de bacterias mutualísticas que proliferan en las glándulas, y con esta secreción unta también la hembra los huevos, para los que al parecer tiene una función germicida, y los va tornando de azulados a marronuzcos según avanza la incubación. La acumulación de excrementos en los nidos contribuye también a la pestilente defensa, y si aún así asoma la nariz algún depredador, son los pollos proclives a darle la espalda y bombardearle proactivamente con sus deyecciones.  Un mes escaso suelen permanecer los pollos en su cubículo natal, y otros 8 o 10 días andarán por ahí siendo alimentados por los adultos hasta saber apañarse solos.

Foto: Carlos A. Ramírez

Se cree que la población mundial puede andar por los 5 o 10 millones de individuos, de los cuales más o menos la mitad es la población reproductora de Europa. Se considera la abibilla común como de población decreciente por la UICN, aunque catalogada como “preocupación menor”, mientras que su pariente malgache parece tener población estable. La legislación española la protege incluyéndola en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin otorgarle catalogación de amenazada.

Foto: Javier Macías

La especie fue descrita por Linneo, asignándole como nombre genérico el latino de origen claramente onomatopéyico que ya utilizaban los clásicos, mientras que épops es el que le daban los griegos. El nombre español, abubilla, procede del diminutivo de upupa.

Foto: Carlos A. Ramírez


sábado, 26 de abril de 2025

AVE DEL MES abril 2025

 

Perdiz roja 

Alectoris rufa (Linnaeus, 1758)  



Inglés: Red-legged Partridge

Francés: perdrix rouge

 

 

Nadie habrá que no conozca la perdiz roja, pero no serán tantos los que la hayan visto de cerca. Anda alrededor del medio kilo de peso o poco menos, lo que viene a significar que, colas aparte, abulta casi tanto como una paloma torcaz, que sí la habrá visto de cerca todo quisqui, porque algunas se dejan casi pisar, aunque según dónde, porque bien saben dónde las tirotean y dónde no.

Habita la patirroja gran variedad de medios, preferentemente los paisajes abiertos, siempre que tengan algo de cobertura donde esconderse, incluso en montañas hasta una altura de 2500 metros, y se distribuye por la Península Ibérica, sur de Francia y noroeste de Italia; está introducida en el Reino Unido, Baleares y Canarias.

Distribución de las especies de Alectoris


Lleva de adulta una dieta predominantemente vegetal, compuesta de granos, frutos y hierbecillas, completada con algo de material animal. Las crías necesitan más concentración de proteínas para crecer, por lo que son bastante insectívoras.

Foto: Germán Fraile

Es especie sedentaria, aunque las que crían en montañas descienden en invierno. 

Es ave poco proclive a echar a volar mientras pueda escaquearse apeonando, y cuando no le queda más remedio ante la inminencia del peligro, se desbandan o desperdigan saliendo cada una por su lado con un ruidoso batir de alas.

Entre otoño y mediados de invierno vive agrupada en bandos relativamente numerosos, de varias decenas de ejemplares. Hacia finales del invierno se van formando las parejas.

Para abril o primeros de mayo, anida en el suelo, en una pequeña depresión escondida entre la vegetación y revestida de hierbas y plumas, y no empezará a incubar hasta que haya terminado o casi la puesta, para que la eclosión sea sincronizada como no puede ser de otra manera en las aves nidífugas. Son los huevos de color crema con moteado marrón rojizo y dura la incubación unos 23 días.

Foto: Carlos A. Ramírez

Es difícil saber cuántos huevos pone una perdiz. Pueden encontrarse en los nidos desde media docena hasta 18 o 20 (las puestas de sustitución suelen ser mucho más reducidas que las ordinarias), pero después de completar la puesta, la hembra suele depositar otra en otro nido para que el macho la incube, si bien con parecida probabilidad el macho se marcha en busca de otras hembras. Además está ampliamente constatado un cierto nivel de parasitismo de puesta, con hembras que ponen huevos en nidos de otras perdices, o de otras especies si la necesidad fisiológica las apremia (se citan incluso casos de algún huevo de perdiz en nidos de aguiluchos). Son muchas las nidadas que se pierden comidas por múltiples depredadores, desde lirones y lagartos hasta jabalíes, o espachurradas por el ganado y la maquinaria agrícola. También las granizadas y los aguaceros pertinaces se cobran su tributo, y las primaveras inusualmente secas disminuyen la disponibilidad de alimento invertebrado para las crías.

Nacen los perdigones con una librea de color ocráceo con listas pardoscuras, y estarán al cuidado del adulto que los haya empollado, estando por entonces separados el grupo de la hembra y el del macho; al cabo de algunos días se juntan formando bandos considerables en los que se aprecia la diferencia de edad y tamaño entre las dos polladas. Echan a volar a la tierna edad de 10 o quince días, si bien su total desarrollo lo alcanzan con un par de meses o poco menos.  Probablemente la mitad de las crías no llegarán a mediados de julio, y de la población de perdices que quede a final del verano, sólo la mitad, con mucha suerte y si se las caza poco, llegarán a la siguiente estación reproductora.

Tienen los igualones, que así se denominan los pollos de perdiz cuando van casi igualando el tamaño y hechuras de los adultos, el plumaje de color básicamente arenoso-grisáceo, en el que apenas se va insinuando el diseño de los adultos, y el pico y patas mucho más pálidos. Pronto experimentarán la muda postjuvenil, con la que adquieren el plumaje de adultos, si bien suelen distinguirse los pollos del año por tener la puntita blanquecina en las dos rémiges primarias más externas, retenidas del plumaje juvenil.

Entre sus múltiples problemas de conservación está la intensificación agrícola y la consecuente pérdida de cobertura vegetal, destrucción por maquinaria y uso masivo de pesticidas, con el doble efecto de intoxicación directa y pérdida de alimento de origen animal que necesita sobre todo en edad de crecer. En la sementera le perjudica gravemente el uso de semilla “blindada” con insecticidas y fungicidas.

 Sufre problemas de contaminación genética por haberse hibridado en las granjas cinegéticas, primero con perdiz griega y después con chukar, en busca de mayor prolificidad y mayor facilidad de manejo. Al parecer a las hembras de chukar se les pueden sacar hasta 40 huevos al año (lo que al parecer no es posible para la roja en cautividad) y además son menos combativas, pudiendo convivir hasta media docena de ellas con un macho. Dado que los híbridos que se sueltan no son de primera generación, no son fáciles de identificar si no es con análisis genéticos.

Foto: Carlos A. Ramírez

En Castilla y León puede cazarse en la temporada general de caza menor, esto es, desde el cuarto domingo de octubre hasta el cuarto de enero, los jueves, sábados, domingos y festivos nacionales y autonómicos, sin que pueda cazarse una misma especie más de dos días seguidos, a menos que esté expresamente contemplado en el plan cinegético del coto.

La descripción de la especie se la debemos a Linneo, en su archimencionada décima edición del Systema naturæ per regna tria naturæ, secundum classes, ordines, genera, species, cum characteribus, differentiis, synonymis, locis, si bien la definió bajo la denominación de Tetrao rufus.  Quien estableció el género Alectoris, en 1829, fue Johan Jakob Kaup, naturalista alemán que describió un buen número de taxones, tanto vivos como extintos, algunos tan emblemáticos como Deinotherium y Machairodus. Alectoris es palabra con la que los antiguos griegos nombraban a la gallina, mientras que rufus es de etimología latina y significa “rojizo”.

Foto: Carlos A. Ramírez

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 19 de marzo de 2025

AVE DEL MES marzo 2025

Escribano soteño 
Emberiza cirlus Linnaeus, 1766 
Foto: Carlos A. Ramírez
Inglés: Cirl bunting 
Francés: Bruant zizi

¿Pájaros y pardales, todos iguales? No si nos fijamos un poco. Este mes asoma a este blog un pajarillo de tamaño parecido al del gorrión común, con la cola algo más larga (15 a 16,5 cm, y alrededor de 20 o 25 gramos), que con un poco de suerte o de paciencia podemos ver en Salamanca por la zona de los huertos urbanos, o por las inmediaciones del cementerio de San Carlos Borromeo. 
Una vez que la forma del pico nos acota la posible identificación al grupo de paseriformes granívoros, su cola un poco más larga que la del gorrión ya nos pone sobre la pista de que estamos ante un miembro de la familia de los Emberizidae. 


El macho tiene un diseño de babero y antifaz negros sobre fondo amarillo (algo menos marcados en plumaje invernal), y una banda olivácea y zonas castañas en el pecho. Las hembras tienen un diseño más apagado que el macho, sin garganta negra y con pecho moteado, pero todavía se le ve un claro “aire de familia” en el diseño cefálico.

Los juveniles son de plumaje todavía más anodino, y conviene fijarse en su obispillo gris oliváceo, para no confundirlos con los de escribano cerillo, que lo tienen castaño. Otras diferencias son que el soteño es un poco menor, de cola algo más corta, con las marcas de los flancos más estrechas y nítidas, y el pico con la mandíbula superior un poco sobresaliente y que le da un aspecto un poco “piquicaído”. 

Es especie residente, su distribución mundial es casi circunmediterránea, y vive más o menos en cualquier sito en el que coexistan árboles que le den refugio con zonas abiertas en las que se alimenta de semillas de herbáceas, sobre todo de gramíneas; esto puede incluir sotos, bordes de bosques, zonas agrícolas en mosaico o parques periurbanos. 
Efectúa en invierno desplazamientos en busca de lugares más favorables, pero que no son de suficiente entidad como para considerarse verdaderas migraciones.

Foto: Carlos A. Ramírez


Foto: Carlos A. Ramírez
Suele hacer el nido a poca altura, generalmente dentro de algún arbusto, o sobre el suelo, pero siempre bien oculto y protegido, si es por una zarza o un espino, mejor que mejor, y lo construye mayoritariamente la hembra, con hierbas, palitos y materiales similares, con el interior acolchado de pelos o hierbecilla fina. Cada puesta es de entre 2 y 5 huevos, blancos o azulados y manchados con marcas o líneas que recuerdan grafismos, y puede sacar dos o tres nidadas al año. Es tarea de la hembra incubar, y del macho alimentarla mientras tanto. Dura la incubación unos 12 o 13 días, y otro tanto más o menos la permanencia de las crías en el nido, siendo alimentadas por los dos progenitores; los alimentan con comida rica en las proteínas que necesitan para crecer, ya sean insectos adultos, orugas o lombrices, y con semillas cuando está el tiempo lluvioso y no encuentran cosa mejor. Los volantones, durante una o dos semanas terminan de ser cebados por ambos, o solo por el padre, si la madre se se pone a incubar una nueva puesta.
La Lista Roja de la UICN cataloga la especie como de “preocupación menor”, y le atribuye tendencia poblacional creciente. Las estimaciones de la población mundial (que es como decir la europea y poquito más) eran en 2018 de una horquilla entre 4 y 10 millones de adultos, y la española puede que ande por los dos millones. 
No se sabe muy bien por qué se llama escribanos a estos pajarillos. José Manuel Zamorano, autor de la obra 

AVETIMOLOGÍA

, nos indica que pudiera deberse a las manchas de los huevos, que recuerdan trazos de tinta, o por una supuesta similitud de su canto con el sonido de la pluma al rozar contra el papel. 
Foto: Carlos A. Ramírez

Tanto la denominación genérica como la específica se las debemos a Linneo, y son la latinización del nombre que recibían estos pajarillos en alemán antiguo, emmeritz o emberitz, y del vocablo cirlo, que por lo visto designaba a esta especie en el dialecto boloñés, y que bien pudiera tener en última instancia origen onomatopéyico.

martes, 25 de febrero de 2025

AVE DEL MES febrero 2025

Búho campestre 
Asio flammeus (Pontoppidan, 1763) 
Inglés: Short-eared Owl 
Francés: Hibou de marais 



El búho campestre, también llamado lechuza campestre, aunque de forma impropia si por “lechuza” entendemos los miembros de la familia de las Titónidas, ya que la que ocupa estas líneas es perteneciente a la de las Estrígidas, que incluye a los verdaderos búhos, cárabos y mochuelos, entre otros. 
Foto: Carlos A. Ramírez
Es especie casi cosmopolita, de la cual se han descrito unas 10 subespecies, de las cuales la nominal es la que aparece por aquí y por el resto del Holártico. Otras subespecies pululan por diversos sitios de América del Sur y en archipiélagos tanto del Atlántico como del Pacífico. De tamaño un pelín más grande que el búho chico, y de hechuras más largas que la lechuza común pero algo más ligera, o quizá sea más gráfico decir que tiene un tamaño intermedio entre la paloma bravía y la torcaz. Unos 35-40 cm de longitud, envergadura que tira un poco más al metro y pico que al metro escaso, y alrededor de 300 gramos, siendo los machos algo menores que las hembras. Aunque de hábitos mayormente crepusculares y nocturnos, es fácil de ver durante el día, mostrando su vuelo amariposado, algo errático, con batidos profundos de alas, que muestran una zona de matiz amarillento en la base de las primarias, contrastando con manchas negras en sus puntas y en las cobertoras primarias, y manteniendo las alas a veces en forma de V abierta, a diferencia de su congénere el búho chico, del que también discrepa por rechazar los hábitats arbolados. Es animal un tanto apátrida y errabundo, aficionado a nomadear para detenerse a criar dondequiera que encuentre plaga de lemmings o topillos, y después marcharse con la música a otra parte. Hasta hace unas décadas, en España era sólo, o casi sólo, invernante, hasta que desde los años 90 se viene aquerenciando a criar sobre todo en la submeseta Norte, en especial en Tierra de Campos, con números bastante fluctuantes, en paralelo con la aparición de plagas de topillo campesino (Microtus arvalis).
Se le puede ver durante la invernada en dormideros comunales y cazando en grupos, mientras que llegando la época de cría se vuelve arisco y territorial. Se pone a criar generalmente en primavera, pero a veces en pleno invierno, incluso en enero, si la abundancia de alimento aconseja aprovechar la ocasión, que la pintan calva. Anida en el suelo, al abrigo de cualquier matita o terrón y el nido es una pequeña escarbadura sobre la que acumula hierbas o ramillas; tiene un tamaño de puesta de 4 a 8 huevos, bastante grande en comparación con otras estrígidas de su tamaño, y en contrapartida una esperanza de vida baja, con una tasa de supervivencia anual en los adultos que probablemente no supere el 50%. Las longevidades máximas conocidas en cautividad son de 15 años. 
Foto: Javier Macías
Foto: Javier Macías


Los huevos son blancos y puestos a intervalos de un día o dos, y son incubados por la hembra desde el principio, de modo que la eclosión es asíncrona y con bastante diferencia entre los hermanos mayores y los menores. Los pollos crecen rápido, abandonan el nido con un par de semanas, todavía sin emplumar; siguen necesitando por tanto la alimentación parental, y vienen a echar sus primeros vuelos con tres semanas y pico de edad o cuatro, con un plumaje poco diferente del de los adultos, si acaso un poco más oscuro. Alcanzarán la potencialidad reproductora a la edad de un año.
Foto: Carlos A. Ramírez


Para la Lista Roja de la UICN tiene la consideración de “preocupación menor”, aunque le atribuye tendencia decreciente, con estimación mundial de 1.200.000 a 2.100.000 adultos. En España está protegida por el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin catalogar como amenazada.

Su nombre específico, flammeus, alude a las tonalidades amarillentas, como de llamas, de su plumaje. Asio-onis es el nombre que ya autores clásicos como Plinio utilizaban para designar al búho chico.

sábado, 25 de enero de 2025

AVE DEL MES enero 2025

Tarro blanco

Tadorna tadorna (Linnaeus, 1758)

 


Inglés: Common Shelduck

Francés: Tadorne de Belon

 

Tres son los representantes que podemos encontrar en nuestra fauna peninsular de la familia Tadorninae: los tarros blanco y canelo, ambos incluidos en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, y el ganso egipcio o del Nilo (Alopochen aegiptiacus), catalogada por el contrario como exótica invasora.

Son la subfamilia de las tadorninas un grupo de anátidas de aspecto y modo de vida que podrían considerarse intermedios entre las anatinas o patos y las anserinas o gansos típicos; una de las cosas en que se asemejan a los gansos es en el escaso dimorfismo sexual, que en la especie a que este mes nos referimos se reduce, aparte de un tamaño un poco mayor en el macho, a un patrón de coloración un poco menos definido en la hembra, que suele tener la banda pectoral marrón ligeramente más estrecha y difusa, y generalmente la cara con plumas blancas entreveradas, y sobre todo por el desarrollo en el macho en celo de una protuberancia en la base del pico, cuyo tamaño y vistosidad parece ser atributo de selección sexual y buen indicador de sus capacidades como diligente padre defensor de su progenie; efectivamente, se viene asemejando a los gansos en cuanto que el macho permanece junto a la hembra sin desentenderse de las crías, y es proactivo en vigilar contra los posibles depredadores, en incluso atacarlos agresivamente, generalmente apoyado un poco en retaguardia por la hembra.

Foto: Carlos A. Ramírez
Viene siendo el tamaño del tarro blanco parecido al del ánade azulón, de kilo escaso a kilo y

medio en los machos y algo menos en las hembras, longitud promedio de 60 y algún centímetros  y una envergadura de poco más de un metro. Esto de la “envergadura” es palabra que por lo visto tiene origen marinero, y significa la distancia entre los anclajes de las puntas de las velas en las vergas, o travesaños perpendiculares a los mástiles.

El área de cría se extiende por las latitudes templadas de Eurasia, y no se han apreciado en sus poblaciones diferencias que justifiquen la definición de subespecies. En invernada se extiende más al sur, llegando algunos al norte de África.

Foto: Carlos A. Ramírez



Foto: Carlos A. Ramírez

Distribución según Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Tadorna_tadorna#/media/Archivo:TadornaTadornaIUCN.png

Su dieta incluye algo de material vegetal, pero sobre todo animal, moluscos, crustáceos e insectos; se alimenta tanto pastando como picoteando en los fondos someros o por filtración.

En la Península Ibérica era antes una invernante rara y ahora no tan rara, y cría ya en bastantes sitios; su aumento no es sorprendente teniendo en cuenta que no es legalmente no es cazable y sus principales competidores sí. Parece ser que estamos en una zona marginal de su área de distribución, donde se extiende o desaparece según la evolución de su demografía general; la primera cría de la que se tiene constancia fue en el Delta del Ebro en 1972.

 

Foto: Sofía Santos

El cortejo incluye estiramientos del cuello por parte del macho mientras adopta posturas muy erguidas en las que hace ostentación del negro del vientre, mientras la hembra baja la cabeza y la hace oscilar hacia los lados. Carente la hembra del plumaje críptico típico de las anatinas, anida bien escondida en cuevecillas naturales, madrigueras de conejo, troncos huecos o agujeros artificiales, o a falta de nada mejor, en túneles abiertos entre vegetación densa. Pone hasta una docena de huevos, y no es infrecuente que algunas hembras pongan algunos en el nido de otras. Tras un mes de incubación, los polluelos eclosionan sincrónicamente, y al cabo de un día o dos son conducidos a los aguazales donde se criarán, hasta que terminan de emplumar al mes y medio de edad o poco más. Donde la concentración de animales lo permite, suelen la mayoría de los adultos emigrar a las zonas de muda cuando los pollos todavía no han acabado de crecer, dejándolos en guarderías al cuidado de unas pocas hembras. Alcanzan la edad reproductora a los dos años las hembras y a los 4 o 5 los machos. Tras perder el primer año el plumaje juvenil, se distinguen los subadultos por tener un reborde posterior blanco en las rémiges secundarias y primarias internas.


La mayoría de los adultos de Europa occidental y central se concentran para mudar la pluma en el Mar de Frisia (costas de Dinamarca, Países Bajos y Alemania), cuya llanura intermareal pasa por ser la más extensa del mundo, y que tiene la condición de Reserva de la Biosfera de la UNESCO y humedal de importancia internacional al amparo del convenio de Ramsar, entre otras figuras de protección.

La población mundial andará por el medio millón de adultos, y es considerada creciente y calificada por la UICN como “preocupación menor”. Entre sus amenazas se mencionan la modificación del hábitat intermareal por presas para generación de energía maremotriz, la depredación por visón americano, la gripe aviar y los obstáculos y peligros como carreteras entre los lugares de anidación y los de alimentación, que pueden resultar críticos para la supervivencia de los neonatos. En el pasado fue masivamente cazado para la obtención de sus plumas para usos ornamentales, lo que llevó a un mínimo poblacional a finales del siglo XIX.

Foto: Carlos A. Ramírez

Se cree que tadorna es palabra de origen celta, que venía significando "pato con manchas", y fue adjudicada por Linneo a la especie, bajo la denominación de Anas tadorna, en la X edición del Systema Naturae, la cual constituye el punto inicial de la nomenclatura científica de las especies.