jueves, 10 de mayo de 2018

Ave del Mes: Garcilla Bueyera



La garcilla bueyera es un ave de unos 50 cm de longitud, que presenta en invierno un plumaje blanco y patas de color variable, más o menos grisáceo, y pico amarillo (gris en los inmaduros), y en plumaje nupcial se dota con plumas ocráceas ornamentales en cabeza, dorso y pecho, y con intensos colores anaranjados, o incluso rojos, en pico y patas; sin dimorfismo sexual apreciable.

Su peso es de unos 300 a 400 gramos. No hay que fiarse de su apariencia relativamente voluminosa: en realidad es casi todo plumas sobre un cuerpo larguirucho y esmirriado.
Es la garcilla  bueyera la única especie representante del género Bubulcus, de la cual se aceptan más o menos pacíficamente dos subespecies (no falta algún autor que las separa en dos especies distintas),  Bubulcus ibis ibis (Linaeus,1758)presente en África, América y Europa, y  Bubulcus ibis coromandus Boddaert, 1783, de Asia y Oceanía. Difiere esta subespecie oriental por los colores ocráceos de su plumaje nupcial más intensos, y repartidos más ampliamente por cabeza y cuello. No falta quien admite una tercera subespecie para los ejemplares de las islas Seychelles, Bubulcus ibis seychellarum, Salomonsen, 1934, de alas más cortas que la subespecie típìca.



Es bien conocida su costumbre de asociarse con el ganado, en busca de los insectos que las reses atraen o espantan a su paso (sin despreciar tampoco ratones, culebras, ranas o pajarillos), y del ahorro energético que le supone hacerse trasladar gratis et amore subida sobre los cuadrúpedos. De esta costumbre deriva tanto su nombre común, como el científico de su género: bubulcus es palabra latina que viene a significar vaquero o boyero. Sin embargo, su afinidad no es ni mucho menos exclusiva hacia el ganado bovino, ya que no sólo se acomoda de buen grado a casi cualquier herbívoro, desde ovejas a elefantes, sino que sigue a los arados o a cualquier apero agrícola que le facilite la localización de sus apetecidos bichejos.


Esta versatilidad y sus potencialidades migratorias, junto con algunas introducciones intencionadas por su utilidad como ávida devoradora de langostas y escarabajos, y alguna “ayudita” para superar la carestía invernal al amparo de vertederos y depuradoras, le está permitiendo  desde hace un siglo y pico una considerable expansión a partir de África, habiéndose emancipado de sus orígenes tropicales y subtropicales y colonizado hacia el norte parte de Europa, y llegado a Sudamérica primero, y a Centro y Norteamérica después, siendo en la actualidad poco menos que cosmopolita.


En la Península Ibérica es ave residente, aunque con gran movilidad y dispersión post-reproductiva.
Su comportamiento es gregario, tanto en la invernada como en la época reproductora, criando sobre los árboles en colonias a menudo pluriespecíficas (“garceras”), junto con otras ardeidas, cigüeñas o espátulas. Descansa también en dormideros comunales en los árboles.
En la construcción del nido es el macho el que aporta la mayor cantidad de material, y la hembra la principal implicada en la construcción propiamente dicha.
La puesta puede ser de hasta 5 huevos, siendo 3 ó 4 lo más frecuente; la incubación dura unos 23 días (de 21 a 26, se puede leer en algún sitio), y corre a cargo de ambos sexos; los pollos pueden abandonar el nido a los 15 días de edad, siendo dependientes de los padres durante otro mes aproximadamente. Al parecer es poco probable que sobrevivan más de un par de pollos, siendo la inanición la principal causa de su mortalidad.
A nivel mundial no se considera una especie amenazada; antes al contrario, está en expansión. Su población global se estima entre 4 y 10 millones de individuos. La población europea puede ser de unos 150.000 o 200.000 individuos.
Está protegida como “de interés especial” por la normativa española.

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