sábado, 30 de septiembre de 2023

AVE DEL MES septiembre 2023

 

Gavilán común                    

Accipiter nisus (Linnaeus, 1758)


Inglés: Eurasian Sparrowhawk
Francés: Epervier d'Europe

 







Este mes invitamos a participar en nuestro blog a una rapaz perteneciente al género que da nombre a la familia de los Accipítridos, y cuyas características definitorias podríamos sintetizar con los apelativos de pequeña, forestal y ornitófaga. De peso comparable a una paloma bravía la hembra, y el macho mayor que el mirlo y más pequeño que la urraca, sus longitudes difícilmente pasan de los 40 cm y los 32 o 33, respectivamente, de las cuales una parte importante corresponde a una cola larga que, en combinación con unas alas cortas, le ayudan a maniobrar entre el arbolado, y de paso a ser distinguido de los cernícalos y el alcotán, pues en el caso del gavilán la punta de las primarias plegadas apenas alcanzará la mitad de la cola, amén de tener una silueta en vuelo de alas claramente más redondeadas que las de los falcónidos.

 Cría esta especie en casi toda Eurasia y en el noroeste de África, siendo sedentarias las poblaciones sureñas, incluidas las ibéricas, y migradoras las más norteñas; se distinguen siete subespecies, de las cuales A. n. nisus habita en Iberia y resto de Europa, y A. n. granti, más pequeña y oscura, y con más listas en el pecho, en Canarias y Madeira.

 Acceso a mapa de distribución según Wikipedia:

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/3/32/AccipiterNisusIUCNver2018_2.png/500px-AccipiterNisusIUCNver2018_2.png


Destacan en su anatomía los tarsos implumes largos y finos, comparados por alguna guía de campo con agujas de hacer punto, que contrastan con los mucho más robustos y cortos de su congénere mayor el azor, a cuyos machos pueden llegar a parecerse por lo demás las hembras de gavilán, tanto en coloración como casi en tamaño. Sorprende igualmente la longitud de los dedos, especialmente el tercero, mucho más largo que los laterales y casi tanto como el tarso. Aprovechamos esta ocasión para aclarar que, en anatomía comparada de los vertebrados terrestres, los dedos, tanto de las extremidades inferiores como superiores, se identifican numéricamente empezando por el próximo al eje del cuerpo en la posición originaria de la extremidad ancestral o quiridio (en nuestro caso el pulgar y el dedo gordo del pie),  por lo que el tercer dígito es el correspondiente al dedo corazón de nuestra mano y al dedo central del pie, y seguirá identificándose como tercero aun cuando evolutivamente hubieran desaparecido, de los cinco originales, el primero o incluso todos los demás (como en el caso del caballo, que conserva únicamente el tercer dedo y rudimentos de los metatarsianos segundo y cuarto, o de los bóvidos que han perdido el primer, segundo y quinto dedos, de modo que los que les quedan son el tercero y el cuarto pese a ser sólo dos; en el caso de nuestro amigo el gavilán y de la mayoría de las aves, el dedo que se ha perdido en las extremidades inferiores es el quinto, y el primero es el dirigido hacia atrás). Para mayor aclaración, indicaremos que la posición de los dedos y demás rasgos anatómicos de la mano y el antebrazo se describen, en anatomía comparada, en postura de pronación (palma hacia atrás/abajo, y radio cruzado sobre el cúbito, si es que se conservan ambos huesos diferenciados), por ser la posición primigenia y generalizada en los vertebrados terrestres o tetrápodos, contrariamente a lo convencional en la anatomía humana, que se estudia en supinación (palma hacia arriba, cúbito y radio paralelos), postura forzada que muy pocas especies podemos conseguir y no homologable por tanto en cuanto a comparativa se refiere.

Se considera al gavilán  ave forestal, si bien se las arregla con facilidad en paisajes en mosaico, con bosquetes donde anidar, refugiarse y acechar para abalanzarse hacia sus presas a baja altura tapándose con las ondulaciones del terreno, o incluso en parques periurbanos de cierta entidad.

 Se basa la alimentación del gavilán muy mayoritariamente en aves, ayudándole el dimorfismo sexual de tamaño a abarcar un rango de presas amplio, que va desde los más pequeños paseriformes hasta aves del tamaño de una perdiz o de una paloma torcaz.

 Construye nidos en los árboles, se dice que uno nuevo cada año, y la construcción la efectúa mayoritariamente el macho. Es de reproducción comparativamente tardía, pudiendo efectuar la puesta incluso en junio en el norte de nuestro país, de forma que los pollos puedan cebarse con la abundancia de pajarillos volantones. La puesta viene a ser de 4 a 6 huevos la mayoría de las veces, azulados con pintas marronuzcas, y la incubación, a cargo de la hembra, dura junto con la puesta unos 40 días, y un mes la permanencia en el nido de los pollos, algún día menos en los machos, que por ser más pequeños terminan de crecer antes que las hembras. Las cebas a la pollada se efectúan con pajarillos de pequeño tamaño cazados y desplumados por el macho, y despedazados y repartidos por la hembra, que sólo hacia el final de la cría se pone a aportar sus propias capturas. Los jóvenes se emancipan a los 20 o 30 días de dejar el nido, con un plumaje parecido al de la hembra, aunque con el diseño del pecho más desordenado, formando más bien manchas que barras, y con las plumas de las partes superiores ligeramente ribeteadas de color claro.

 Una vez superada la principal amenaza causada por la consabida bioacumulación de DDT y otros organoclorados antaño generalizados y actualmente prohibidos, la población, al menos en Europa, parece haber aumentado, y estar estabilizada desde hace 15 o 20 años; la Lista Roja de la UICN cataloga el status de conservación de la especie como de “preocupación menor” y considera su demografía estable, y  recoge una estimación de unos 2 o 3,2 millones de adultos, de los cuales 728,000-1,150,000 en Europa, datos que deben ser tomados con reserva tratándose de una especie de baja detectabilidad y deficientemente censada. En nuestro país está incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin catalogar como amenazada.

El nombre del género, Accipiter, es el que en latín se dio desde siempre a esta y a algunas otras rapaces, mientras que el epíteto específico es el nombre del rey Niso de Megara, que según la mitología griega, tras el asedio de su ciudad por las tropas del rey Minos de Creta, se convirtió en ave de rapiña para perseguir a una hija traidora, en circunstancias que no merece la pena detallar por no venir a cuento, además de ser mentira.