martes, 27 de agosto de 2024

AVE DEL MES agosto 2024




 



Garza real
Ardea cinerea Linnaeus, 1758


Inglés: Grey Heron
Francés: Héron cendré

 





Comprende la subfamilia de las Ardeinae, en las clasificaciones más conservadoras, todas las Ardeidas excepto los avetoros y avetorillos (botaurinae). Son especies de largos o larguísimos cuellos, arqueados en forma de S, y que mantienen encogidos en vuelo y en reposo pero generalmente estirados al andar, y que estiran con la rapidez de una ballesta para atrapar a sus presas. Tienen también las ardeinas la uña del tercer dedo aserrada para facilitar su acicalamiento.
No es la garza real santo de la devoción de pescadores ni piscicultores, dado su régimen alimenticio y la posibilidad documentada de trasladar patógenos a las piscifactorías a través de sus excrementos y egagrópilas. Su dieta es mayoritariamente piscívora, pero consume también cualquier otro tipo de bichejos que pueda capturar, tanto invertebrados como anfibios, reptiles, micromamíferos o los polluelos de pato, focha, o lo que se tercie. Aunque no tiene las desarrolladísimas bolsas gulares de algunos otros pelecaniformes, sí tiene suficiente flexibilidad y fuerza en el gaznate como para ingerir enteras carpas de un palmo de largas, y anguilas de medio metro.
Viene siendo la longitud de nuestra garza de unos 90 o 100 cm, su peso de 1 o 2 kg y su envergadura de más de metro y medio sin llegar a los dos.

Foto: Marco Roggerone

El contraste que muestra en vuelo entre las rémiges negruzcas y el gris del resto de las partes superiores facilita el distinguirla de la garza imperial, y el cuello encogido, de cualesquiera zancudas ajenas a la familia Ardeidae.
Es la población española sedentaria, y en invierno se le añaden las migratorias que vienen de los países norteños, huyendo de las heladas que les impiden la búsqueda de alimentos. La especie se extiende por prácticamente todas las regiones de Eurasia y África que no resulten inhóspitas por gélidas o desérticas. Se considera integrante de una superespecie representada en Norteamérica por Ardea herodias, y por Ardea cocoi en América Central y del Sur.






Suele nuestra garza ser solitaria para buscar alimento, pero no para nidificar; generalmente lo hace en colonias, a veces muy numerosas, como las “pajareras” de Doñana, y en promiscuidad de especies, no solo con las de su familia taxonómica sino también con cigüeñas, espátulas o cormoranes. Anida generalmente en árboles de buen porte, y más raramente entre carrizos o cañaverales; reutiliza si puede nidos de años anteriores, agrandándolos año tras año, hasta que caen por su propio peso, por rotura de las ramas o por el embate de los meteoros.

Foto: Guillermo Hernández
Es especie dada a la monogamia sucesiva, es decir, que suele cambiar de pareja en cada estación reproductora, y por lo que parece suelen ser los machos los que toman posesión del nido, o del sitio para emplazarlo, y tratan de atraer a las potenciales parejas. Corresponde al macho la tarea de aportar los palitroques para la construcción del nido, y a la hembra la de quedarse en él para colocarlos a su gusto y criterio y protegerlos del hurto, que no es poco en las mal avenidas vecindades que integran, y de las que nada bueno pueden esperar, salvo la protección conjunta contra los depredadores. Son bastante tempraneras las garzas reales en estos menesteres (a diferencia de las imperiales, que suelen anidar en carrizales, y necesitan esperar a que estén crecidos), empezando en febrero o marzo, pudiendo tener los pollos nacidos para finales de abril. Es la puesta promedio de 4 o 5 huevos, de color azul claro o verdoso y unos 6 cm. Ambos progenitores colaboran en la incubación, que dura unos 25 días y empieza con la puesta del primer o el segundo huevo, por lo que la eclosión es asíncrona, y los últimos pollos tienen pocas probabilidades de sobrevivir a la intensa competencia por el alimento y a veces al cainismo activo, si bien la agresión entre los hermanos no parece que sea tan sistemática y despiadada como en el caso de las garcetas o las garcillas bueyeras. Estudios realizados comparando diferentes poblaciones de Ardea herodias, e introduciendo pollos de dicha especie en nidos de Ardea alba, apuntan a que la alimentación con elementos más pequeños y numerosos induce fuertemente la conducta fratricida.

https://finchwrangler.com/download/mock-et-al.-1990.pdf
Flexibility in the development of heron sibling aggression

Volviendo a la especie que nos ocupa este mes, diremos que tardan los pollos unos 50 días en echar a volar, y durante unos pocos más siguen aquerenciados en el nido. Ceban los padres a la prole con alimento regurgitado, depositándolo en el gaznate de los pollos cuando son pequeños, y cuando no lo son tanto, dejándolo en el nido para que el que más pueda más coja, y durante las primeras tres semanas se turnan para quedarse uno de ellos de continuo en el nido protegiendo a la pollada.


Foto: Carlos A. Ramírez

Los juveniles se distinguen durante su primer año por el menor contraste en la cabeza y por tener gris la ranfoteca (que así llaman a la pieza córnea superior del pico, y gnatoteca a la inferior), mientras que los adultos tienen ambas partes amarillentas, y de un tono anaranjado más intenso en la época nupcial. Discrepan las fuentes relativas a la edad de la madurez sexual; algunas indican que al año, y otras que a los dos.
Se citan casos de individuos que han superado los 20 o incluso los 30 años de edad, pero deben de ser pocos los que superen los cinco.
La especie fue descrita por Linneo en su décima edición del Systema Naturae y denominada sin hacer mucho esfuerzo de imaginación, ya que Ardea es el nombre que ya recibía la garza en el latín clásico, y cinerea alude a su color ceniciento.

Foto: Carlos A. Ramírez

La Lista Roja de la UICN estima una población mundial de entre medio y dos y medio millones de adultos, y cataloga la especie como “preocupación menor”. La población reproductora española, a falta de censos recientes, se cree que pudiera andar por las 5000 o 6000 parejas, con tendencia creciente, y que aproximadamente la mitad de ellas crían en Doñana y en la Albufera de Valencia. De las ardeidas españolas, están recogidas en el Catálogo Español de Especies Amenazadas el avetoro común como “en peligro de extinción” y la garcilla cangrejera como “vulnerable”; las demás especies de la familia están incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, pero no en el Catálogo. Recordamos, o informamos a quien no lo sepa, que el Listado mencionado incluye dentro de sí el Catálogo Español de Especies Amenazadas, que a su vez establece dos categorías de protección: “en peligro de extinción” (que se define como “especie, subespecie o población de una especie cuya supervivencia es poco probable si los factores causales de su actual situación siguen actuando”, y la de “vulnerable”, es decir, “especie, subespecie o población de una especie que corre el riesgo de pasar a la categoría anterior en un futuro inmediato si los factores adversos que actúan sobre ella no son corregidos”.
Foto: Carlos A. Ramírez


jueves, 25 de julio de 2024

AVE DEL MES julio 2024

 

Alcaudón común 

Lanius senator Linnaeus, 1758

 






Inglés: Woodchat Shrike

Francés: Pie grièche à tête rousse

 

Es nuestro protagonista de este mes un pajarillo de unos 18 cm de longitud en promedio, perteneciente a la familia de los Laniidae, paseriformes de hábitos insectívoros y carnívoros que tienen picos de punta ganchuda, casi de rapaces, pero patas de pajarillo corriente y moliente.


Tienen los dos sexos del alcaudón común un plumaje de diseño parecido, pero las hembras se distinguen, algunas mejor que otras, por plumaje menos contrastado que el del macho, con las partes inferiores de un matiz ocráceo y con amago de barreado, frente  entreverada de plumas claras y oscuras, y dorso gris, sin contraste con el color del obispillo. 


Foto: Germán Fraile

Los juveniles, durante sus primeras semanas, tienen un plumaje mucho más críptico, con mezcla de plumas ocráceas, marrones, grisáceas y blanquecinas, pero ya se atisban en ellos amagos de las bandas claras de las escapulares y el incipiente antifaz en las auriculares; el color pálido del obispillo y las escapulares los distinguen bien de los jóvenes del alcaudón dorsirrojo.


Foto: Carlos A. Ramírez



Comparte con otras especies de la familia la costumbre de ensartar sus presas en espinas para almacenarlas o descuartizarlas. Son estas presas mayoritariamente variados invertebrados, sobre todo coleópteros, y en menor medida atrapa lagartijas, micromamíferos y algún pajarillo volandero que se deje.

Es especie migradora y su área de cría es prácticamente circunmediterránea. Ocupa casi toda la Península Ibérica y Baleares, aunque es raro en Galicia, cornisa Cantábrica y parte de los Pirineos (lo cual nos indica que las zonas de clima atlántico no le son tan favorables como las mediterráneas). Parece ser que algunos machos llegan antes y esperan aquí a ser ellos y sus territorios del gusto de alguna hembra, mientras que otros vienen ya emparejados de África. Se cree que cambian de pareja de un año para otro. Invernan en ecosistemas sabanoides entre el sur del Sahara y el Ecuador.


Mientras que en la Península cría la subespecie típica, en Baleares está presente la subespecie L. s. badius, distinguible porque carece, o casi, de la mancha blanca en la base de las rémiges primarias.


Anidan en árboles o arbustos, siempre en zonas más bien abiertas, como dehesas, sabinares o medios antrópicos de parecida estructura, de preferencia con buena cobertura herbácea, y lo hacen  a una altura por lo general no muy alta en árboles o arbustos, construyendo nidos bastante típicos en forma de tazón con hierbas y pequeñas ramillas o raíces, y acolchados con plumas, lana o pelusas vegetales. Ambos miembros de la pareja trabajan en la construcción del nido. Por el contrario, la incubación la realiza sólo la hembra, o casi, mientras que el macho la apoya con aporte de alimento. El tamaño de puesta no tiene nada de particular para avecillas de este tamaño; 4 a 6 huevos es lo más habitual. Las segundas polladas, aunque haberlas, haylas, son infrecuentes,  por lo que la mayoría de los individuos andan sobrados de tiempo para empezar a migrar en agosto o incluso a finales de julio,  con los juveniles ya mudados y revestidos de una librea parecida a la de las hembras adultas.

El Diccionario de la Lengua Española da por cierto que el nombre del alcaudón nos ha llegado a través del árabe hispano, y por posible que,  en origen más remoto, provenga del latín capito – onis, “cabezón”, aunque no han faltado quienes postulan que pudiera hacerlo de captor-oris ("cazador"), o de "cauda-ae" (cola); opción esta última que no me parece probable porque a la cola de ningún alcaudón le veo nada de particular.

Foto: Carlos A. Ramírez


Parece que está más claro que Lanius significa "carnicero", y senator alude por lo visto al supuesto parecido del color de su cabeza y cogote con el borde púrpura de las togas de los senadores romanos.

Foto: Germán Fraile

La Lista Roja de la UICN cataloga a la especie como “casi amenazada”, y estima una población mundial de entre 5.940.000 y 9.610.000 adultos. Su tendencia poblacional es decreciente, debido a la intensificación de la agricultura con la consabida proliferación de pesticidas, y a la invasión por matorral de pastizales en desuso. La población española puede ser hoy día de unos 3 millones de individuos, parece haberse reducido aproximadamente a la mitad en el último cuarto de siglo, y está amparada por el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin catalogar como amenazada.

 

 

 

 




miércoles, 26 de junio de 2024

AVE DEL MES junio 2024


Cuco común 

Cuculus canorus Linnaeus, 1758

Inglés: Common Cuckoo

Francés: Coucou gris





Es la familia Cuculidae la única del orden Cuculiformes, y tiene como una de las características más reseñables los pies zigodáctilos, es decir, con el primer y cuarto dedos dirigidos hacia atrás, carácter que comparten con los psitácidos y los pájaros carpinteros.

Es una familia cosmopolita que incluye especies arbóreas (la mayoría) y terrestres como el correcaminos (que,  junto con el cuco y el críalo de nuestra fauna, son posiblemente las únicas especies de la familia que la mayoría de nosotros hayamos oído siquiera mentar, ya que la mayoría son aves exóticas de nombres a cuál más raro y desconocido, tales como aníes, koeles, malcohas o pirinchos). La mayoría de las especies de la familia crían a sus polluelos de forma convencional. Las especies nidoparásitas del Viejo Mundo constituyen la subfamilia Cuculinae.

El cuco común euroasiático es ave de tamaño intermedio entre mirlo y  urraca, viene promediando unos treinta y pocos centímetros de longitud y 120 gramos. Cría en casi toda Eurasia, y pasa la invernada en casi todo el África subsahariana y en algunas zonas del sureste asiático.



Foto: Germán Fraile

Se alimenta de bichejos tanto voladores como reptantes, sin hacer ascos a las orugas peludas y urticantes como la procesionaria del pino.

Tienen todos los machos de cuco un diseño similar, con partes inferiores barreadas de oscuro sobre fondo blanco, y partes superiores grises, al igual que la garganta y la pechuga. La mayoría de las hembras pueden distinguirse de los machos por tener pecho y garganta más ocráceos y con barreado algo difuso, pero algunas son indistinguibles de los machos, y unas pocas tienen un diseño rojizo en lugar de gris, y barreado de oscuro, denominándose a veces este morfo como “hepático”.

Como es de conocimiento general, se desentienden los cucos del cuidado de su prole por el sistema de ir repartiendo los huevos, hasta un par de docenas por cada hembra y año, uno en cada nido de pajarillos (se han citado más de cien especies damnificadas), de tamaño muy inferior al suyo y que por tanto sólo son capaces de sacar adelante un pollo de cuco a costa de perder toda su nidada, expulsada del nido por el intruso, ya sea en fase de huevos o de pajarillos neonatos. Si alguna cuca se confunde y pone donde ya ha puesto otra, mala suerte; como en la película de Los inmortales, “sólo puede quedar uno”. Ponen las hembras unos huevos muy pequeños para su tamaño, aunque no tanto como los de las especies parasitadas; ello les facilita realizar la puesta al descuido de los hospedadores, que tienden a atacarlas colectivamente si las descubren. Ayuda al engaño su parecido con el gavilán; por lo que se ha podido ver en experimentos con ejemplares disecados, los más parecidos a la rapaz son más rehuidos y menos atacados por los presuntos hospedadores. En el caso de las hembras de morfo rojizo, la ventaja podría consistir en no parecer un cuco a ojos de sus víctimas.



Suele la hembra robar de cada nido un huevo, para que no se note tanto el engaño, y de paso comérselo, y deposita el suyo directamente si se trata de nidos abiertos, o lo pone fuera y luego lo mete con el pico si son nidos de estructura cerrada como el del chochín; esto último da buen resultado en nidos que la cría pueda reventar al crecer, pero puede ser letal si se trata de cavidades por cuyo acceso no puede salir una vez crecido; incluso se cita el caso de alguna hembra de cuco encontrada muerta con la cabeza atascada en el oficio de una caja nido después de haber introducido su huevo en ella.

Cabe mencionar que los huevos de cuco tienen la cáscara más gruesa de lo esperable en huevos de su tamaño, lo que les permite soportar la oviposición realizada con precipitación y desde varios centímetros de altura, en un nido en el que la desovadora no cabe. Al parecer su desarrollo embrionario empieza ya en los oviductos, y se depositan generalmente en nidos cuyos legítimos propietarios no han concluido la puesta ni empezado la incubación, por lo que el pollo de cuco parte con ventaja y suele nacer antes que sus hermanastros. A partir de las diez o doce horas de la eclosión, y durante unos cinco días, toda su obsesión, aparte de comer como una lima, es echarse a la espalda todos los huevos o polluelos que le acompañen, para arrojarlos al exterior del nido; para ello nace con una concavidad en el dorso que le facilita la tarea, y con el sistema nervioso y muscular de las patas precozmente desarrollado.

Fotos: Sofía Santos

Conduce la evolución a que las especies más parasitadas vayan desarrollando la habilidad de diferenciar los huevos del intruso de los propios, y a que los cucos vayan perfeccionando el parecido de sus huevos con los del hospedador habitual en interminable carrera armamentística; se desarrollan así en el cuco linajes matrilineales según la especie que parasitan de preferencia, y cuyos huevos imitan; estas estirpes se denominan gentes, y la elección  del hospedador adecuado a la correspondiente gens no parece que venga determinada por impronta de la hembra en sus edades tempranas, a juzgar por los experimentos que se han hecho, sino que probablemente esté inscrita genéticamente en el cromosoma sexual femenino Conviene aclarar aquí que en las aves, a diferencia de los mamíferos, es la hembra el sexo heterocromosómico, es decir, el que porta dos cromosomas distintos, denominados ZW, mientras que los machos son ZZ.  Los machos de cuco se aparean indistintamente con las hembras de las distintas gentes, por lo que las poblaciones se mantienen panmícticas.


Una excepción notable la constituye la gens que parasita al acentor común, que pone unos huevos blancos con pintas oscuras muy distintos de los de color azulado liso del acentor; se interpreta esto como que se trata de una asociación relativamente reciente.

Foto: Vega Bermejo

El bisbita arbóreo se defiende del engaño con bastante eficacia por el sistema de poner huevos de aspecto muy variable, de forma que los huevos de cuco no puedan asemejarse a los de cada hembra de bisbita en particular; por el contrario, el bisbita común pone los huevos con muy poca diferencia intraespecífica, y es parasitado con mucha mayor frecuencia.

Si el huevo intruso es identificado, los propietarios del nido pueden arrojarlo fuera, o reconstruir el nido por encima y hacer una nueva puesta, o abandonar el nido; en caso contrario, nacerá el cuco al cabo de 12 días de incubación, y ya no será identificado como intruso; tras acaparar toda la atención de los padres adoptivos con unas enormes e insaciables tragaderas de color naranja intenso, que actúan como un estímulo hiperóptimo para la conducta de ceba, y una vez crecido y medio emancipado, se dedica a exigir comida con sorprendente éxito a cuantos pajarillos se cruzan en su camino. Presenta el volantón un plumaje  con tonalidad de fondo variable desde grisácea a parduzca o castaña,  con una característica mancha blanca en la nuca y las plumas de las partes superiores alares ribeteadas de blanco. Finalmente, llegando septiembre, emigrará a sus cuarteles de invierno en solitario, sin nadie que le guíe y posiblemente sin haber visto otro cuco en su vida, y precedido en quizá un mes por sus progenitores verdaderos, para volver a la zona de cría al año siguiente por abril, formando ya parte del contingente de adultos reproductores.


La Lista Roja de la UICN cataloga la especie como Least Concern, si bien le atribuye una tendencia poblacional descendente. La población española, de quizá unos 400.000 individuos, está amparada por el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin catalogarla como amenazada.

Las poblaciones de Iberia, Baleares y norte de África constituyen una subespecie caracterizada por su tamaño menor que la nominal, y se denominan Cuculus canorus bangsi Oberholser, 1919. Su nombre homenajea al estadounidense Outram Bangs, mastozoólogo, ornitólogo e ímprobo coleccionista de ejemplares, que fue conservador del Museo de Anatomía Comparada del Harvard College, al que donó su propia colección de aves.

 


miércoles, 29 de mayo de 2024

AVE DEL MES mayo 2024

 

 Avetorillo Común

Ixobrychus minutus (Linnaeus, 1766)


Inglés: Little Bittern

Francés: Butor blongios



Foto: Carlos A. Ramírez


Foto: Carlos A. Ramírez
¿Qué es eso? ¿Un ave de tamaño parecido al de una paloma, con supracobertoras alares claras contrastando con el resto de las partes superiores oscuras, que ha echado un vuelecito fugaz para esconderse entre los carrizos y ya no vuelve a asomar en toda la mañana? Quizás se trate del avetorillo común. Es la menor de las especies de ardeidas que pueden verse en Europa,  alrededor de 35 cm. de longitud y unos 55 de envergadura, y unos 150 gramos.

Se comporta en Europa como estival, yendo casi todos sus efectivos a invernar al África subsahariana, aunque, al menos en las últimas décadas, se viene registrando la invernada en nuestra península de una pequeña parte de la población. Se trata de la subespecie nominal, que cría por casi toda Eurasia, mientras que en el África continental subsahariana y en Madagascar hay otras dos subespecies, de comportamiento sedentario.

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Su plumaje, bastante contrastado y llamativo visto de forma aislada, especialmente el del macho, resulta sin embargo muy críptico en su hábitat, ya que simula las luces y sombras que se forman en los cañaverales; lo cual, unido a sus hábitos escondedizos, costumbres mayormente crepusculares y su postura de camuflaje con el pico hacia arriba, similar a la de su pariente el avetoro común, hace que su presencia sea difícilmente perceptible.


En la Península Ibérica cría de forma dispersa en casi toda ella por los cursos medios y bajos de los ríos y en humedales de aguas quietas, allí donde encuentra cobertura de vegetación palustre de carrizos, espadañas, o al amparo de sauces arbustivos y tarajes. 
Su temporada de cría es tardía; no empieza hasta que está bien avanzada la primavera y desarrollada la vegetación que oculta los nidos, y generalmente efectúa la puesta en junio o casi. Al parecer el macho construye parcialmente varios nidos con trozos de plantas entre los cañaverales o carrizos, generalmente a poca altura sobre el agua, para que la hembra elija uno, y después lo rematan entre los dos; se dice que los dos sexos colaboran en la incubación y el cuidado de los polluelos. 


Efectúan una puesta de alrededor de media docena de huevos. Los polluelos, de plumón color marronuzco claro, son nidícolas o altriciales (que de ambas formas puede y debe decirse), si bien a la semana o 10 días ya empiezan a moverse por los tallos próximos al nido; hacia el mes de vida completarán su desarrollo, y tienen por entonces un plumaje algo más apagado que el de la hembra, formado básicamente por estrías parduzcas y blanquecinas.

Se alimenta de peces, batracios e invertebrados. En este enlace https://www.youtube.com/watch?v=tAMMkXz3RB4   podemos ver un interesantísimo y meritorio vídeo en el que sus autores, tras tres años de observaciones, aquí mismo, en Salamanca, documentan cómo utiliza pequeños invertebrados como cebo para capturar peces. Hacia el final del video podemos también apreciar como un macho, adornado con la mancha rojiza que tiñe la base de su pico en la época del cortejo, profiere su peculiar sonido, que para algunos puede recordar un mugido y para otros el croar de algún anfibio, y que parece tener que ver con el origen del nombre genérico.  En efecto, según la Wikipedia, el nombre Ixobrychus  fue compuesto a partir de las palabrejas griegas ixias (junco) y brukhomai (bramar), y propuesto como nombre del género por parte del  sueco Gustav Johann Billberg en 1828; mientras que la especie fue descrita al parecer por Linneo en la duodécima edición del Systema Naturae, de 1766, bajo la denominación de Ardea minuta. Recordemos aquí que el poner la autoría de una especie entre paréntesis, como hacemos en este caso con Linneo, obedece, según las normas de nomenclatura zoológica, a que el autor citado denominó la especie bajo un género diferente al actual. Minutus es palabra latina que vino a castellanizarse en "menudo".

Foto: Carlos A. Ramírez

La población europea del avetorillo común se considera estable, y se estima por la Lista Roja de 2021 en 171 000 a 301 000 adultos. A nivel mundial, la UICN la considera decreciente, aunque conceptuada como de “preocupación menor”. Sus principales amenazas son la contaminación, la destrucción de su hábitat por desecaciones  y dragados y las actividades deportivas en las masas de agua donde habita. Para la legislación española, es especie incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin catalogar como amenazada.

 

lunes, 29 de abril de 2024

AVE DEL MES abril 2024




 



Lavandera cascadeña

Motacilla cinerea Tunstall, 1771



Inglés: Grey wagtail

Francés: Bergeronnette des ruisseaux


Avecilla que alcanza los 19 cm de longitud gracias a la longitud de la cola, pero que en peso no llega a dos tercios del gorrión común, y que podemos encontrar en la Península durante todo el año, criando preferentemente, pero no en exclusiva, en zonas montañosas con cursos de agua rápidos y permanentes, y en invierno algo más disperso por cotas bajas y reforzado por individuos que bajan de más al norte.

Foto: Carlos A. Ramírez
Busca su alimento en zonas de orilla despejadas, y es un insectívoro estricto, que captura presas tanto en el suelo o el agua somera, como revoloteando en persecución de insectos alados. Además de la longitud de la cola, que sale de ojo que es mayor, no solo que la de un pajarillo cualquiera, sino también que la de las otras lavanderas ibéricas, y que agita arriba y abajo, llaman la atención para quien intenta analizar con un poco de detenimiento su plumaje, las rémiges terciarias que sobresalen hacia atrás mucho más que las secundarias, hasta el punto de poder ocultar las puntas de las primarias.

En un primer contacto con las guías de campo, pudiera parecer fácil la distinción entre sexos por tener las hembras la garganta blancuzca y los machos negra en plumaje nupcial, pero no en el invernal (con la consiguiente variabilidad en fechas y plumajes de transición). Si intentamos afinar más en el asunto, como por ejemplo buceando en la muy recomendable página de Javier Blasco-Zumeta http://blascozumeta.com/specie_files/10190_Motacilla_cinerea.pdf , resulta que el color claro de la garganta lo mantienen la mayoría de los machos en su primera estación nupcial; y que las hembras pueden tenerla más o menos entreverada de plumas oscuras, dándoles un aspecto grisáceo a veces casi tan oscuro como en los machos. De manera que, en mi condición de profano, establecer un criterio para sexar con seguridad, más aún a distancia, se me antoja un asunto arcano y esotérico.

Foto: Carlos A. Ramírez
Su área de cría se extiende desde la Macaronesia hasta Japón y Kamchatka, y en invernada baja hasta Malawi e Indonesia. En la Península Ibérica y las Baleares cría la subespecie típica, y en canarias la Motacilla cinerea canariensis, que tiene los bajos de un color amarillo más intenso, tirando a naranja.

Como es habitual en los pajarillos insectívoros, su reproducción es monógama y territorial. Construye nidos con hierbecillas y disimulados con musgo en cualquier recoveco próximo al agua, ya sea en algún talud de la propia orilla, o en algún muro o pedriza o entre las raíces de un árbol. Respecto al tamaño de puesta, tampoco hay nada de particular; un promedio de unos cinco huevos, de color cremoso con pintas grises, incubados por ambos progenitores durante unos 12 días; los polluelos salen del nido con semana y media o dos de edad y serán cebados durante unos pocos días más. Le da tiempo a sacar usualmente dos polladas al año, a veces tres en las zonas más bajas, y una sola en la alta montaña.

La población se considera estable y la Lista Roja de la UICN estima una población mundial de entre 5 y 20 millones de parejas, con la consideración de “preocupación menor”

España incluye la especie en el Lisado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin catalogar como amenazada.

El nombre “motacilla” parece ser que ya lo utilizaban los clásicos para designar al menos a la lavandera blanca, y se cree que trae su origen remoto del verbo motare (mover), pero no está tan claro el origen de “cilla”, que para algunos se referiría a la cola, pero otros lo consideran un simple diminutivo. Tras enterarme de que existía el verbo cillo, cillis, cillere, significando “mover” o “agitar” https://latinonline.es/diccionario-latin-espanol/pagina-168/ , empiezo a maliciarme que pudiera aludir igualmente al movimiento de estos pajarillos, componiendo así una palabra con el sentido de moverse de forma agitada o compulsiva. Menos elucubraciones necesita el epíteto cinerea, que alude claramente al color ceniciento. 

Foto: Carlos A. Ramírez
El género Motacilla lo describió ya Linneo en 1758, al igual que las especies M. flava y M. alba; sin embargo, la especie M. cinerea se la debemos a Marmaduke Tunstall, uno de los primeros ornitólogos ingleses en utilizar el sistema binomial linneano, y autor también de alguna otra especie, como el halcón peregrino, que, al igual que la especie que adorna este mes nuestra página, parece sorprendente que pasara por alto el propio Linneo.