domingo, 29 de octubre de 2023

AVE DEL MES octubre 2023

 

 

 

Quebrantahuesos
Gypaetus barbatus (Linnaeus, 1758)

 

Inglés: Bearded Vulture

Francés: Gypaète barbu

 


 

Es quizá el quebrantahuesos, rivalizando con el buitre negro, el ave de mayor envergadura de Europa,con una distancia entre puntas que supera de largo los 2,5 metros y una longitud superior al metro. Su peso viene promediando poco más de cinco kg en los machos y casi seis en las hembras.

Contrasta en los adultos la presencia de las partes dorsales oscuras con unos flancos, partes inferiores y cabeza, de plumaje blanco de por sí, que se tiñe de color ocráceo o anaranjado con los óxidos de manantiales ferruginosos en los que se baña, sin que hasta ahora se tenga muy claro con qué propósito, que pudiera ser de naturaleza social o semiótica, pues los experimentos efectuados parecen descartar las hipótesis de que tales óxidos pudieran tener acción antibacteriana ni dotar al plumaje de mayor consistencia. Siete largos años viene a tardar en completar el plumaje de adulto, al que se va llegando progresivamente desde el plumaje parduzco con algún moteado blanco y encapuchado de negro del primer año. Caracteriza también a los adultos un iris claro, de tono marfileño y un anillo esclerótico de un color rojo intenso, tanto más vivo cuanto más excitado esté el animal.

Usualmente se emparejan los quebrantahuesos algo antes de completar su plumaje de adultos, pero no suelen intentar realmente criar hasta un par de años después del emparejamiento, ni lograrlo hasta varios después, raramente antes del décimo año de edad. Se tiene bien estudiada en los Pirineos la existencia relativamente frecuente de tríos poliándricos, alguno poligínico, e incluso de algún cuarteto.


Se tienen descritas dos subespecies; la nominal, habitante de nuestra Península y otras zonas del sur de la región Paleártica (incluido noroeste de África), y G. b. meridionalis, africana y arábiga, que difiere por carecer de filoplumas negras en las zonas auriculares.

Acceso a mapa de distribución Wikipedia:

 https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/4/46/GypaetusBarbatusIUCNver2018_2.png/480px-GypaetusBarbatusIUCNver2018_2.png

 Tras haber quedado reducida su población española a unas 30 parejas en los Pirineos a finales de los años 80, se han ido realizando diversas actividades de conservación y reintroducción, que han dado lugar a la existencia en 2022, según datos de la Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos, de cinco parejas en Cazorla, tres en los Picos de Europa, una en las montañas vasco-navarras y dos en el Sistema Ibérico,  y se está intentando su asentamiento en Gredos y el Maestrazgo.  La población del total de los Pirineos (incluyendo Francia, España y Andorra) se estima en unas 200 parejas.

Es una especie altamente sedentaria y fiel a sus territorios de cría. Los juveniles realizan movimientos dispersivos vagando a lo largo de las cordilleras antes de asentarse y conseguir un territorio propio.

Su alimentación se basa en un 80 por ciento o más en huesos de ungulados, y se completa con pequeños animales y piltrafas de carne y pellejo; los extremos de las patas de rebecos, ovejas y cabras parecen ser sus golosinas preferidas. Utiliza los rompederos rocosos para fragmentar los huesos, no en busca de la médula como a veces se cree, sino para reducirlos a fragmentos ingeribles; tiene unas tragaderas considerables que le permiten ingerir huesos de más de 3 cm de grueso y un palmo de largos. A los pollos los ceba durante las primeras semanas con material carnoso.

Construye el quebrantahuesos sus nidos en cantiles inaccesibles, a poder ser en cuevas, y si no, al menos bajo voladizos, que le protejan de los meteoros y las avalanchas. Suele disponer de varios nidos que utiliza alternadamente, y están construidos de ramas y acolchados con lana. La puesta se efectúa en pleno invierno, a veces incluso a mediados de diciembre, y consta generalmente de dos huevos que se ponen, y se empiezan a incubar, con una diferencia de 6 o 7 días, y de los que sólo el primero dará lugar, si no se malogra, a un pollo criado, ya que los segundones mueren indefectiblemente, víctimas de la inanición y el cainismo, sin superar generalmente la semana de vida. Ambos sexos incuban, hecho necesario habida cuenta de la imposibilidad de dejar los huevos expuestos durante largo rato a las inhóspitas condiciones meteorológicas en que la incubación se desarrolla.

El pollo abandonará el nido en torno a los cuatro meses de edad, medio mes arriba o abajo, y tardará en emanciparse de la tutela y alimentación parentales otros cinco por lo menos.

 Entre los factores de amenaza están la intoxicación, que parece ser con diferencia la principal causa de mortalidad en la población española, con medicamentos de uso veterinario, plomo de munición de caza y cebos envenenados, algún choque con tendidos eléctricos, las molestias por actividades humanas y la competencia por los lugares de anidación con una población creciente de buitre leonado. Pero sin duda su principal talón de Aquiles es su idiosincrasia poblacional, basada en una mínima mortalidad natural, alta longevidad (se dice que hasta 50 años) y lentísima tasa de reproducción, que hace que cualquier mortalidad artificial, por esporádica que sea, le cause un estropicio demográfico considerable.

 

Está catalogado por la normativa española con la máxima categoría de protección, es decir, “en peligro de extinción”; la categoría que le asigna la Lista Roja de la UICN es de “casi amenazado”, por suponerle una población mundial “decreciente”, si bien su estimación de entre  1675 y 6700 adultos no parece que sea afinar mucho.

 

La especie fue descrita por Linneo, incluyéndola en el género Vultur, el cual hoy día acoge únicamente, entre las especies vivientes, al cóndor de los Andes (Vultur gryphus), que en la taxonomía moderna ni siquiera comparte con nuestro quebrantahuesos la familia de las Accipitridae, pues pertenece, como el resto de los necrófagos del Nuevo Mundo, a la de las Cathartidae.

El Género Gypaetus fue establecido por el médico y naturalista alemán Gottlieb Conrad Christian Storr en 1784, y está compuesto de las las raíces de etimología griega gyps (buitre) y aetos (águila).