Pertenece el abejaruco europeo a la familia Meropidae, dentro
del orden Coraciiformes, y es la única especie de las más de 20 que componen su
género que podemos ver habitualmente en Europa. Es una especie monotípica, sin
subespecies reconocidas.
Estamos ante un migrador transahariano, que nos visita entre
los meses de abril y septiembre, ocupando todo lo que habitualmente se viene
denominado la “España seca”, allí donde encuentre lugares cortados arenosos
donde anidar.
Enlace al mapa de distribución:
Se trata sin duda de una de las especies de más
vistoso colorido de nuestra ornitofauna, fácilmente localizable –ya que no es ni
escondedizo ni madrugador- tanto en vuelo como posado en ramillas, cables o
alambradas, proclive a asentarse en espacios abiertos, de forma gregaria tanto
para su alimentación como en la anidación, la cual efectúa en el interior una
cámara de cría al fondo de un túnel de hasta 2,5 metros, o de menos de un metro
dependiendo de la dureza del sustrato, que ambos miembros de la pareja excavan
en taludes arenosos (más raramente en el suelo) con el pico, extrayendo la
arena con las patas; la excavación les lleva unos 10 o 15 días y se ha estimado
que extraen en promedio unos 13 kg de arena, el desgaste del proceso les
produce un visible acortamiento del pico que, no obstante, les habrá vuelto a
crecer para el año siguiente.
Presenta una longitud de 27-29 cm y 44 a 49 cm de envergadura.
El dimorfismo sexual es escaso; la hembra
suele tener más plumas verdes mezcladas con el castaño de las alas, aunque se
trata de un carácter variable y no siempre discriminador; los juveniles son de
color verdoso apagado, sin la prolongación de las dos rectrices centrales y con
la banda oscura de la garganta poco o nada apreciable. Tras la muda
postnupcial, los adultos adquieren un plumaje con sus zonas azuladas de una
tonalidad más verdosa que durante la cría.
Se alimenta de insectos,
predominantemente de abejas, si bien parece ser que su consumo no supera el 1 o
el 2% de la población de abejas.
Suele poner, hacia mediados de mayo, unos
4 a 7 huevos en el fondo de la cavidad sin realización de ningún tipo de nido;
son completamente blancos y los dos progenitores los incuban entre 19 y 21 días cada huevo, si bien la
incubación se prolonga durante algún día más, al comenzar antes de completar la
puesta. Elige para la anidación todo tipo de cortados arenosos, tanto en
barrancos fluviales como en trincheras de ferrocarriles o carreteras, desmontes
de canteras o acopios de áridos, siempre que tengan la consistencia suficiente
para no desmoronarse. La profundidad a la que se efectúa la puesta no la hace
del todo invulnerable al saqueo, ya que está documentada
la depredación de huevos por zorros, bastardos, culebras de escalera, lagartos
ocelados y perros asilvestrados.
Si bien es una especie monógama, se dan algunos casos de
bigamia, y es relativamente frecuente que subadultos emparentados colaboren en
la crianza de los polluelos.
A partir de unos 15 días de edad los polluelos desarrollan un
sistema de turnarse para las cebas mediante la agresividad inducida por el
hambre, efectuando constantemente peleas a picotazos en las que uno de ellos
acaba por arrinconar a todos los demás contra el fondo de la cavidad, tras lo
cual se dirige al túnel a recibir varias cebas, hasta que otro más hambriento
le sustituye por el mismo enojoso procedimiento.
No retiran de la cámara de anidación los excrementos ni las
partes quitinosas regurgitadas, por lo que las condiciones de higiene son nulas
y favorecen la aparición de múltiples parásitos; entre ellos, se sabe que el
díptero Carnus hemapterus utiliza el
calor del ave para sincronizar la emergencia de las pupas, en diapausa desde el
año anterior, con la eclosión de los huevos. Por estos motivos, no siempre se
reutilizan las cámaras de unos años para otros.
Se sabe que los túneles abandonados son ocupados por gorriones
chillones, comunes y morunos, carracas, mochuelos y abubillas.
Birdlife Internacional estimó la población europea de 2015 en
2.800.000 a 5.050.000 parejas.
No se conocen tendencias demográficas claras; se cree que la
población mundial podría estar más o menos estabilizada. La especie está
calificada como de “preocupación menor” (least concern) por la Lista Roja de la
UICN.
En la legislación española está incluida en el Listado de
Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, sin catalogación de
amenaza.
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