El protagonista de nuestra crónica de este
mes es un córvido ligeramente más pequeño que la urraca, con la cola más corta,
que podremos encontrar en bosques cerrados; se siente incómodo en las dehesas y
falta por completo en las campiñas desarboladas. Rehuye los asentamientos
humanos, posiblemente debido en parte a la competencia con las urracas, si bien
en latitudes más norteñas sí frecuenta los merenderos y parques urbanos.
Presenta una librea en la mayor parte del
cuerpo de un parduzco más o menos rosado o grisáceo según las subespecies.
Presenta negras la cola, bigotera y parte más interior de las alas, y mancha
blanca (conspicua en vuelo) en la parte proximal de las seis secundarias
externas y asimismo es blanco el obispillo y la zona anal. Las primarias son
grisáceas, y presenta un barreado azul y negro que ocupa el álula, las
coberteras primarias y algunas de las coberteras secundarias mayores. Tiene un
píleo eréctil con estriación blanca y negra, que levanta cuando está excitado.
Ambos sexos tienen plumaje similar, siendo
el de los jóvenes algo más apagado. Tampoco hay variaciones estacionales.
Sus dimensiones vienen estando en torno a
los 33 cm de longitud, 56 de envergadura y 170 g de peso.
Suele moverse en parejas o solitario la
mayor parte del año, en grupos familiares al finalizar la época de cría y en
grandes y ruidosos grupos únicamente durante un mes o mes y medio a mediados
del invierno, lo que parece tener como función la constitución o refuerzo de
las parejas.
Presenta un amplio repertorio de gruñidos,
silbidos, chasquidos y maullidos, siendo frecuentes las imitaciones de otras
aves.
Es un ave omnívora oportunista, que
consume, frutos, cereales, semillas
varias, y, sobre todo en primavera, insectos, huevos y todo tipo de sabandijas.
En otoño podemos verlo acopiando
frenéticamente en escondites hayucos o avellanas, pero sobre todo bellotas,
entre las cuales se dice que sus preferidas son las de encina, y que desprecia
las de coscoja si puede elegir. Transporta las bellotas (una o varias en el
buche y una más en el pico) hacia escondites en el suelo o en árboles huecos.
Es una actividad tan compulsiva que se ha documentado, en años de montanera
escasa, la ocultación de piedras como conducta sustitutiva. Se constituye así
en un dispersor de bellotas de primer orden, contribuyendo a regenerar y
expandir los bosques. Almacena las bellotas a profundidad de entre 3 y 5 cm
(óptima por tanto para su germinación), generalmente en claros del bosque y a
menudo fuera del bosque de quercíneas, con preferencia por los pinares, y
próximos a elementos del paisaje que permitan su localización. La presencia de Quercus en los hayedos contribuye de
manera importante a la dispersión de los hayucos, en los años de baja
producción de bellota. La dispersión se produce a distancia variable, desde
unos pocos metros desde la planta madre, hasta cientos de metros, o más
raramente incluso varios km.
El nido, construido por ambos sexos, se
sitúa a una altura relativamente baja y cercana al tronco de árboles y
arbustos, y viene siendo parecido al de urraca sin cúpula. La puesta anual es
única (salvo reposición), de entre 3 y 7 huevos de color verdoso moteado. La
incubación dura 16-19 días y la permanencia de los pollos en el nido tres
semanas, siendo después alimentados por los padres hasta el mes y medio o dos
meses de vida.
Su área de distribución se extiende por
prácticamente toda Eurasia y norte de África.
No se considera amenazado a nivel global
ni está incluido en el Listado de
especies silvestres en régimen de protección especial de nuestro país.
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