jueves, 26 de septiembre de 2024

AVE DEL MES septiembre 2024



 


Colirrojo tizón

Phoenicurus ochruros (S.G. Gmelin, 1774)

Foto: Germán Fraile


Inglés: Black redstart

Francés: Rougequeue noir


Nuestro protagonista de este mes es un pajarillo insectívoro que mide lo que un gorrión común, pero pesa poco más de la mitad, poco aficionado a aferrarse a las ramillas y mucho a posarse en el suelo, muros y tejados, con su porte bien erguido y patilargo y ademán de empinarse brevemente y sacudir la cola, que ayudan a reconocerlo desde lejos; originario de biotopos rupícolas, se ha adaptado fácilmente a las construcciones humanas que emulan su originario hábitat, de forma que se encuentra bien integrado en los entornos urbanos y periurbanos.


Foto: Marco Roggerone
Foto: Marco Roggerone

Incluido tradicionalmente en la familia de los Turdidae, y actualmente en la de los Muscicapidae, y dentro de ésta en la subfamilia Saxicolinae, junto con las tarabillas, ruiseñores y collalbas, entre otros. Cabe decir que las familias de los Turdidae y los Silviidae se trataron durante casi todo el siglo XX como subfamilias de los Muscicapidae, al no poder, con los métodos tradicionales, establecerse límites claros entre ellas, hasta que los estudios de hibridación de ácidos nucleicos vinieron a manifestar que, ni las tres presuntas subfamilias están muy emparentadas entre sí, ni los saxicolinos son túrdidos, aunque todos tienen en común la condición de insectívoros “primitivos”, en cuanto no tienen grandes especializaciones sobre el patrón genérico inicial.



Es la población ibérica de colirrojo tizón sedentaria, y reforzada con contingentes invernantes de más al Norte, los cuales están considerados como migradores presaharianos. 


Tienen los machos de estas poblaciones la parte baja del vientre de color grisáceo pálido, a diferencia de la subespecie nominal (P. ochruros ochruros), que habita en zonas de Turquía y el Cáucaso, y la tiene de color rojizo similar al de la cola. Más al Este, existen otras subespecies en las que el color rojizo se extiende a todo el vientre, con nítida delimitación respecto del pecho negro; se postula que tal patrón de coloración pudiera haberse originado por hibridación con el colirrojo real. Se sabe empíricamente que el colirrojo real y el tizón hibridan con relativa facilidad, produciendo descendientes fecundos y aptos para el retrocruzamiento con las especies parentales, siendo así que la ausencia de mestizaje 
generalizado parece deberse a diferencias de hábitat y conducta, y no a verdadera incompatibilidad fisiológica entre las dos especies. 

        

Volviendo a nuestros colirrojos europeos, cabe decir que se asignan a la subespecie P. o. gibraltariensis; en parte de Iberia y Marruecos crían poblaciones con los machos de dorso y cuello más negros, que se han venido describiendo como subespecie independiente (P. o. aterrimus), pero ni la diferencia es nítida ni la subespecie reconocida unánimemente; se cree que pudieron ambos grupos diferenciarse entre sí al quedar sus zonas de cría disyuntas durante la última glaciación, y haberse remezclado parcialmente con posterioridad.

Foto: Germán Fraile

Sobre su alimentación, poca o ninguna rareza puede decirse; se dedica a capturar insectos y otros pequeños invertebrados, mayoritariamente en el suelo, y llegado el otoño complementa su dieta como puede con pulpa de frutos y materiales vegetales fácilmente procesables.

Foto: Sofía Santos
Anida en oquedades de roquedos naturales, entre escombros, en resquicios de edificios o en interiores cuando puede acceder a ellos, aunque sea por pequeños orificios de ventilación. Suele criar dos nidadas al año, a veces tres, por lo general en nidos distintos. Los huevos son blancos, rara vez con pintas, y se ponen en un promedio de cuatro a seis, en nidos construidos por la hembra con vegetales y pelos o plumas, e incubados, al parecer sólo por ella, durante unos 13 días, empezando cuando están todos puestos. La permanencia de los polluelos en el nido varía entre menos de dos semanas y casi tres, dependiendo de lo bien alimentados que estén y de posibles peligros que tengan que eludir, y no vuelan bien hasta pasado el mes de vida.


Tienen los colirrojos tizones juveniles un diseño de plumaje idéntico al de las hembras, solo distinguible por la textura y grado de desgaste, por expertos que los tengan en la mano. La mayoría de los machos de un año (la llamada forma “cairii”), aun siendo ya reproductores, tienen un plumaje indistinguible del de las hembras, y los demás (forma “paradoxus”) exhiben un diseño corporal gris y negro similar al de los machos de más edad, pero carente de las manchas blancas de las alas.


Foto: Carlos A. Ramírez

El estado de conservación de la especie es bueno; su población se considera creciente tanto a nivel mundial como la de por aquí; la Lista Roja de la UICN efectuaba una estima global de entre 32 y 58 millones de adultos en 2018 y clasifica la especie como “least concern”; en España, con una población nidificante que quizá ande por el millón y medio o dos de individuos adultos, está incluida en el Listado de Especies en Régimen de Protección Especial, sin tener categoría de amenaza, a diferencia de su primo el colirrojo real, que está actualmente catalogado como vulnerable.

La especie fue descrita en 1774 por el médico, explorador y naturalista alemán Samuel Gottlieb Gmelin, si bien la adscribió al género Motacilla. El género Phoenicurus fue propuesto en 1817 por Thomas Forster, un polifacético personaje que escribió sobre gran cantidad de disciplinas, desde moral y filosofía hasta astronomía, y que debió de resultar bastante peculiar para su época, siendo considerado pionero del veganismo y del activismo en pro de los derechos de los animales.

Las palabrejas de etimología griega “phoenicurus” y “ochruros” significan, respectivamente, de cola rojiza y de cola ocrácea.


Foto: Carlos A. Ramírez

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