Cuco común
Cuculus canorus Linnaeus, 1758
Inglés: Common Cuckoo
Francés: Coucou gris

Es la familia Cuculidae la única
del orden Cuculiformes, y tiene como una de las características más reseñables
los pies zigodáctilos, es decir, con el primer y cuarto dedos dirigidos hacia
atrás, carácter que comparten con los psitácidos y los pájaros carpinteros.
Es una familia cosmopolita que
incluye especies arbóreas (la mayoría) y terrestres como el correcaminos
(que, junto con el cuco y el críalo de
nuestra fauna, son posiblemente las únicas especies de la familia que la
mayoría de nosotros hayamos oído siquiera mentar, ya que la mayoría son aves
exóticas de nombres a cuál más raro y desconocido, tales como aníes, koeles, malcohas
o pirinchos). La mayoría de las especies de la familia crían a sus polluelos de
forma convencional. Las especies nidoparásitas del Viejo Mundo constituyen la
subfamilia Cuculinae.
El cuco común euroasiático es
ave de tamaño intermedio entre mirlo y urraca,
viene promediando unos treinta y pocos centímetros de longitud y 120 gramos. Cría
en casi toda Eurasia, y pasa la invernada en casi todo el África subsahariana y
en algunas zonas del sureste asiático.
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Foto: Germán Fraile |
Se alimenta de bichejos tanto
voladores como reptantes, sin hacer ascos a las orugas peludas y urticantes
como la procesionaria del pino.
Tienen todos los machos de cuco
un diseño similar, con partes inferiores barreadas de oscuro sobre fondo
blanco, y partes superiores grises, al igual que la garganta y la pechuga. La
mayoría de las hembras pueden distinguirse de los machos por tener pecho y
garganta más ocráceos y con barreado algo difuso, pero algunas son
indistinguibles de los machos, y unas pocas tienen un diseño rojizo en lugar de
gris, y barreado de oscuro, denominándose a veces este morfo como “hepático”.

Como es de conocimiento general,
se desentienden los cucos del cuidado de su prole por el sistema de ir
repartiendo los huevos, hasta un par de docenas por cada hembra y año, uno en
cada nido de pajarillos (se han citado más de cien especies damnificadas), de
tamaño muy inferior al suyo y que por tanto sólo son capaces de sacar adelante
un pollo de cuco a costa de perder toda su nidada, expulsada del nido por el
intruso, ya sea en fase de huevos o de pajarillos neonatos. Si alguna cuca se
confunde y pone donde ya ha puesto otra, mala suerte; como en la película de
Los inmortales, “sólo puede quedar uno”. Ponen las hembras unos huevos muy
pequeños para su tamaño, aunque no tanto como los de las especies parasitadas;
ello les facilita realizar la puesta al descuido de los hospedadores, que
tienden a atacarlas colectivamente si las descubren. Ayuda al engaño su
parecido con el gavilán; por lo que se ha podido ver en experimentos con
ejemplares disecados, los más parecidos a la rapaz son más rehuidos y menos
atacados por los presuntos hospedadores. En el caso de las hembras de morfo
rojizo, la ventaja podría consistir en no parecer un cuco a ojos de sus
víctimas.

Suele la hembra robar de cada
nido un huevo, para que no se note tanto el engaño, y de paso comérselo,
y deposita el suyo directamente si se trata de nidos abiertos, o lo pone fuera
y luego lo mete con el pico si son nidos de estructura cerrada como el del
chochín; esto último da buen resultado en nidos que la cría pueda reventar al
crecer, pero puede ser letal si se trata de cavidades por cuyo acceso no puede
salir una vez crecido; incluso se cita el caso de alguna hembra de cuco
encontrada muerta con la cabeza atascada en el oficio de una caja nido después
de haber introducido su huevo en ella.
Cabe mencionar que los huevos de
cuco tienen la cáscara más gruesa de lo esperable en huevos de su tamaño, lo
que les permite soportar la oviposición realizada con precipitación y desde
varios centímetros de altura, en un nido en el que la desovadora no cabe. Al
parecer su desarrollo embrionario empieza ya en los oviductos, y se depositan
generalmente en nidos cuyos legítimos propietarios no han concluido la puesta
ni empezado la incubación, por lo que el pollo de cuco parte con ventaja y
suele nacer antes que sus hermanastros. A partir de las diez o doce horas de la
eclosión, y durante unos cinco días, toda su obsesión, aparte de comer como una
lima, es echarse a la espalda todos los huevos o polluelos que le acompañen,
para arrojarlos al exterior del nido; para ello nace con una concavidad en el
dorso que le facilita la tarea, y con el sistema nervioso y muscular de las
patas precozmente desarrollado.
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Fotos: Sofía Santos |

Conduce la evolución a que las
especies más parasitadas vayan desarrollando la habilidad de diferenciar los
huevos del intruso de los propios, y a que los cucos vayan perfeccionando el
parecido de sus huevos con los del hospedador habitual en interminable carrera
armamentística; se desarrollan así en el cuco linajes matrilineales según la
especie que parasitan de preferencia, y cuyos huevos imitan; estas estirpes se denominan
gentes, y la elección
del hospedador
adecuado a la correspondiente
gens no parece que venga determinada por impronta
de la hembra en sus edades tempranas, a juzgar por los experimentos que se han
hecho, sino que probablemente esté inscrita genéticamente en el cromosoma
sexual femenino Conviene aclarar aquí que en las aves, a diferencia de los
mamíferos, es la hembra el sexo heterocromosómico, es decir, el que porta dos
cromosomas distintos, denominados ZW, mientras que los machos son ZZ.
Los machos de cuco se aparean indistintamente
con las hembras de las distintas
gentes, por lo que las poblaciones se
mantienen panmícticas.
Una excepción notable la
constituye la gens que parasita al acentor común, que pone unos huevos blancos
con pintas oscuras muy distintos de los de color azulado liso del acentor; se
interpreta esto como que se trata de una asociación relativamente reciente.
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Foto: Vega Bermejo |
El bisbita arbóreo se defiende
del engaño con bastante eficacia por el sistema de poner huevos de aspecto muy
variable, de forma que los huevos de cuco no puedan asemejarse a los de cada
hembra de bisbita en particular; por el contrario, el bisbita común pone los
huevos con muy poca diferencia intraespecífica, y es parasitado con mucha
mayor frecuencia.
Si el huevo intruso es
identificado, los propietarios del nido pueden arrojarlo fuera, o reconstruir
el nido por encima y hacer una nueva puesta, o abandonar el nido; en caso
contrario, nacerá el cuco al cabo de 12 días de incubación, y ya no será
identificado como intruso; tras acaparar toda la atención de los padres
adoptivos con unas enormes e insaciables tragaderas de color naranja intenso,
que actúan como un estímulo hiperóptimo para la conducta de ceba, y una vez
crecido y medio emancipado, se dedica a exigir comida con sorprendente éxito
a cuantos pajarillos se cruzan en su camino. Presenta el volantón un
plumaje con tonalidad de fondo variable
desde grisácea a parduzca o castaña, con
una característica mancha blanca en la nuca y las plumas de las partes
superiores alares ribeteadas de blanco. Finalmente, llegando septiembre,
emigrará a sus cuarteles de invierno en solitario, sin nadie que le guíe y
posiblemente sin haber visto otro cuco en su vida, y precedido en quizá un mes por sus progenitores verdaderos, para volver a la zona de cría al año siguiente
por abril, formando ya parte del contingente de adultos reproductores.

La Lista Roja de la UICN
cataloga la especie como Least Concern, si bien le atribuye una tendencia
poblacional descendente. La población española, de quizá unos 400.000
individuos, está amparada por el Listado de Especies Silvestres en Régimen de
Protección Especial, sin catalogarla como amenazada.
Las poblaciones de Iberia,
Baleares y norte de África constituyen una subespecie caracterizada por su
tamaño menor que la nominal, y se denominan Cuculus canorus bangsi
Oberholser, 1919. Su nombre homenajea al estadounidense Outram Bangs,
mastozoólogo, ornitólogo e ímprobo coleccionista de ejemplares, que fue conservador
del Museo de Anatomía Comparada del Harvard College, al que donó su propia
colección de aves.