Ahora que el verano se va alejando, las primeras lluvias otoñales invitan a regresar a los barrancos y espesos matorrales del oeste salmantino, en Las Arribes del Duero. Paseos en los que nos llamarán la atención unos chasquidos que salen de entre las escobas.
Con paciencia lograremos ver a la curruca cabecinegra (Syvia melanocephala). Especie de distribución circunmediterránea, sedentaria y bien distribuida por los matorrales cerrados de las zonas más cálidas de nuestra provincia: Arribes del Duero y del Águeda y en el valle del río Alagón, donde llega a ser muy abundante.
En los últimos años se está apreciando una expansión en el oeste provincial, hacia zonas de dehesa e incluso repoblaciones de pinos, y así se ha confirmado su reproducción en los pinares del Teso Santo (900 metros de altitud) en Santíz. Ahora, después del verano, algunas aves se dispersan y llegan incluso a jardines y parques en otros puntos de la provincia. En los pueblos de nuestra provincia se la conoce con los nombres vernáculos de carbonera y charrina.
Juan José Ramos Encalado.
En Navasfrías se la ha llamado pájara mangajona debido a la sencillez de su nido.
ResponderEliminarAntes de aparecer los insecticidas eran abundantísimas varias especies. Creo que en los inviernos no se veían por ninguna parte.