Si el mes pasado elegimos comentar un representante de los
patos nadadores o de superficie, en esta ocasión nos referiremos a un ejemplo
representativo de los patos buceadores. Difiere de este último grupo por su hábito
de bucear en aguas relativamente profundas para recoger su alimento del fondo
(a diferencia de los patos de superficie, que sólo se sumergen hasta donde
alcanzan con el cuello, manteniendo el cuerpo en vertical con la parte trasera
a flote), por sus patas de inserción más retrasada, que les confieren en tierra
una postura algo más erguida y mayor torpeza en los andares, y por su
incapacidad de levantar el vuelo de repente desde el agua, por lo que tienen
que corretear por la superficie para impulsarse.
Es el porrón europeo, o común, un habitante de aguas
tranquilas, que se puede encontrar tanto en ambientes palustres como en zonas
remansadas de los ríos o en zonas costeras resguardadas. Habita en la mayor parte de Europa, así como
buena parte de Asia, hasta el sur de Siberia y buena parte de China; en
invernada se extiende hasta el Norte de África, Oriente Medio, India y sur de
Asia hasta Japón.
El macho en plumaje nupcial es fácilmente diferenciable de
los demás porrones habituales en Europa por ser el único que combina parte
central del cuerpo clara con cabeza de color castaño. Solo el pato colorado (Netta rufina) tiene un patrón de color
algo parecido. Los machos en eclipse y los juveniles tienen el plumaje parecido
al de la hembra.
Por aquí es
relativamente abundante en invernada, formando a menudo bandos con otros patos,
pudiendo hibridarse con otros de su género.
Más escasa es su población nidificante española, estimada en
unas 3000 o 3500 parejas, de las cuales sólo un par de docenas en Castilla y
León, si es que se puede uno aventurar a dar cifras en especies tan sensibles a
las variaciones climáticas de año en año.
Su población mundial estimada en 2012 era del orden de 2
millones de individuos.
Su alimentación, que busca tanto de día como de noche, se
basa principalmente en plantas bentónicas (rizomas, semillas, tubérculos,
brotes) y en menor medida animalillos tales como insectos acuáticos, moluscos,
o pececillos. Consigue su alimento preferentemente a profundidades de 1 a 3,5
metros, inalcanzables para los patos nadadores. Se cita la carpa como un
importante competidor por el alimento.
Entre los depredadores del porrón y sus nidadas, podemos
citar el zorro y el jabalí, y especies exóticas invasoras como el visón
americano y el mapache (especie esta última que, desgraciadamente parece ya
instalada definitivamente al menos en las sierras de Madrid y Segovia y en
Asturias).
Si bien es un volador potente, su dificultad para elevarse
desde el agua hace que le traiga más a cuenta escapar de un peligro próximo
buceando que volando.
Se dice que alcanza la madurez sexual en su segundo año de
vida, si bien empieza generalmente a reproducirse en el tercero, formando (hacia
marzo en nuestras latitudes, y más bien en mayo en Siberia) parejas temporales
que se separan en cuanto comienza la incubación, y que cambian cada año.
El nido se ubica casi siempre próximo al agua, bien en la
orilla o bien en la vegetación emergente, y se construye con plantas acuáticas,
ramitas y hierbas, forrado con plumón. La puesta suele realizarse hacia mayo o
junio, y suele componerse de entre 6 y 10 huevos de color verde grisáceo, que
son incubados en exclusiva por la hembra, durante unos 24 a 28 días. Los
polluelos, como es de rigor en las anátidas, son nidífugos y se buscan desde el
principio su propio alimento, bajo la protección de la madre, hasta alcanzar su
completo desarrollo en aproximadamente un par de meses.
Es una especie monotípica (es decir, sin subespecies
reconocidas). En cuanto a la etimología del género, se trata al parecer del
nombre dado por Aristóteles a no se sabe qué ave marina, y fue propuesto como
tal género por F. Boie (Linneo lo incluyó inicialmente dentro del género Anas). En cuanto al nombre específico, ferina, es de etimología latina y alude
a su carácter silvestre o bravío.
La lista roja de la UICN indica que los efectivos
poblacionales han disminuido en Europa entre 30 y 49% en tres generaciones
(22,8 años), por lo que, a falta de datos recientes de la mayor parte de Asia,
y considerando que la población Europea es más de un tercio de la global, desde
2015 su clasificación pasó de “preocupación menor” a “vulnerable”.
Sus principales amenazas son comunes a otras anátidas y se
pueden resumir en pérdida de hábitat, desecación de humedales, contaminación
química de las aguas, plumbismo, sobrecaza.
En Castilla y León es especie cazable.
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