El azud de Riolobos, en plena estepa cerealista, entre Campo de Peñaranda y Villar de Gallimazo, es un humedal con una historia corta y la amenaza de una muerte prematura, que en SEO-Salamanca llevamos muchos años tratando de impedir.
Miro el plano que confeccionó el profesor Luis Miguel Mata en el año 2001, y recuerdo la pequeña historia del nacimiento del humedal. En la primavera del año 2000 la Confederación Hidrogáfica del Duero hizo el llenado de prueba, y lo que sucedió en esa lámina de agua de algo más de trescientas hectáreas vino a paliar las deficiencias provocadas en la comarca por la desecación de los antiguos lavajo. Fue uno de esos sucesos maravillosos que es una suerte vivir.
Todas las aves acuáticas del mundo vinieron a habitarlo, y en pocos meses la vaguada herbácea que era se había convertido en una gran laguna de orillas superficiales atestada de patos, somormujos, fochas, limícolas, de todo. Una masa de aves alimentándose y otras muchas criando sus polluelos. Pasaba el tiempo, con algún año extraordinariamente lluvioso, y Riolobos crecía en su esplendor, llegando a ser en los momentos de mayor sequía estival el humedal más rico de la región, reserva estival de Villafáfila y La Nava.
Las sorpresas se sucedieron hasta rebosar todas las previsiones, cuando vimos asentarse para pasar la época postnupcial varios grupos de malvasías cabeciblancas, de las que se llegaron a contar más de cien individuos juntos. Algún invierno de esos pocos años óptimos se llegó a contar más de diez mil aves en el azud una misma mañana.
¿Por qué Riolobos? Otras masas de agua artificiales tienen más superficie, con una situación geográfica cercana, pero allí no se produjo este hecho extraordinario. Porque este azud conserva muchas características de los antiguos lavajos y lagunas esteparias. Principalmente la poca profundidad en gran parte de su superficie, más de ochenta hectáreas con el fondo a menos de un metro: el paraíso de las limícolas, puesto que es ahí, en su mayor parte, donde encuentran su fuente de alimentación. Y también islas, media docena de islas, lugares seguros para los abundantes nidos de cigüeñuelas, chorlitejos, avocetas y somormujos. Incluso llegó a haber intentos de cría de charrancitos y pagazas.
También nos acostumbramos a la impresionante algarabía de los miles de gansos que descansaban allí, saliendo y entrando de las aguas, por miles, en cualquier momento del día o de la noche. Y la anunciada llegada de las grullas, cuando la noche está viniendo y el día ya se ha ido. Acercándose con su lento volar tranquilo y sus llamadas inconfundibles, se acercan al agua cada noche a tomar un trago de agua antes de dormir.
Riolobos ya era conocido entre los ornitólogos, y se empezaba a ver con regularidad gente venida de todos los puntos del país a ver uno u otro pájaro del que habíamos dado noticia.
Conscientes de esta circunstancia, y de la importancia de seguir manteniendo esa situación, SEO-Salamanca inició un estudio pormenorizado de este ecosistema, con un sistema de censos y estudios específicos sobre las especies para las que Riolobos era importante en esos momentos. Por el número de individuos observados, descubrimos que la Espátula europea tenía allí una zona muy importante de alimentación y descanso en la migración otoñal, cuando los grupos familiares necesitan buenas zonas para reunir fuerzas. Que la Cigüeñuela común establecía en primavera una colonia de cría con más de doscientas parejas. O que el embalse se había convertido en uno de los lugares con citas más abundantes de Malvasía cabeciblanca de toda la península en ciertos meses.
Pero ya con la situación en su óptimo veíamos la amenaza de desaparición sobre Riolobos, como si este humedal hubiera empezado su agonía el día que llegó el agua. El plan de regadío no llegará a ejecutarse, y las perspectivas no hacen suponer que se vaya a completar la obra restante. Así que un pantano en medio de la nada que sólo sirve para refugio de pájaros. Y que cuesta dinero llenar, porque la altitud de Riolobos es superior a la de Villagonzalo, el embalse que lo alimenta a través de la red de canales de regadío. Hemos llamado a todas las puertas para explicar el deterioro y la pérdida que estaba sufriendo el azud, conscientes de la necesidad de mantener esta zona húmeda artificial, sabiendo que la muerte de Riolobos es un paso atrás en la conservación de muchas especies.
Pero nadie respondió. Ni las administraciones que tienen la obligación de hacerlo para conservar un espacio que ellas mismas señalaron como importante, ni las empresas que venden verde y crean fundaciones “conservacionistas”. El nivel del agua, sin río que lo alimente, ha ido bajando, y con él la riqueza ornitológica y ecológica en general.
Miro esta otra imagen, de hace algo más de un año. A pesar de nuestros muchos esfuerzos, en poco tiempo Riolobos ha dejado de ser la maravilla que fue, se esfumó su riqueza poco a poco al tiempo que el agua se evaporaba. La lámina de agua es ridícula. Ya no hay islas. Como puntilla, las carpas se ha multiplicado hasta alcanzar categoría de plaga, y, en consecuencia, la calidad del agua se ha visto resentida también por el pastar en el fondo de estos peces, que acaban con la vegetación acuática. Desapareció el alimento de los patos buceadores que pasaban el invierno en cantidades estimables. Porrón es un nombre que ya no suena.
De los miles de ánsares que pasaban el invierno han ido quedando unos centenares. Las espátulas han seguido pasando en otoño, pero las observaciones escasean. Seguramente se posan poco tiempo al comprobar que no hay alimento suficiente. Y así con todo lo que fue abundancia y de una forma o de otra se ha ido esfumando hasta quedar solo en nuestra memoria.
Algo ocurrió la pasada primavera que nos hizo sonreír. La situación del agua era tan mala que la Confederación Hidrográfica del Duero se ha visto obligada a hacer un llenado parcial, apenas la tercera parte de la capacidad de Riolobos. Y el cambio ha sido inmediato. Un brillo, pálido reflejo de aquel espectáculo deslumbrante, ha recorrido el azud. Los bandos de limícolas han llenado sus orillas y se han podido alimentar y descansar en su largo y peligroso viaje hacia el sur.
Miro el plano que confeccionó el profesor Luis Miguel Mata en el año 2001, y recuerdo la pequeña historia del nacimiento del humedal. En la primavera del año 2000 la Confederación Hidrogáfica del Duero hizo el llenado de prueba, y lo que sucedió en esa lámina de agua de algo más de trescientas hectáreas vino a paliar las deficiencias provocadas en la comarca por la desecación de los antiguos lavajo. Fue uno de esos sucesos maravillosos que es una suerte vivir.
Azud de Riolobos en 2001. Mapa de Luis Miguel Mata. |
Todas las aves acuáticas del mundo vinieron a habitarlo, y en pocos meses la vaguada herbácea que era se había convertido en una gran laguna de orillas superficiales atestada de patos, somormujos, fochas, limícolas, de todo. Una masa de aves alimentándose y otras muchas criando sus polluelos. Pasaba el tiempo, con algún año extraordinariamente lluvioso, y Riolobos crecía en su esplendor, llegando a ser en los momentos de mayor sequía estival el humedal más rico de la región, reserva estival de Villafáfila y La Nava.
Las sorpresas se sucedieron hasta rebosar todas las previsiones, cuando vimos asentarse para pasar la época postnupcial varios grupos de malvasías cabeciblancas, de las que se llegaron a contar más de cien individuos juntos. Algún invierno de esos pocos años óptimos se llegó a contar más de diez mil aves en el azud una misma mañana.
También nos acostumbramos a la impresionante algarabía de los miles de gansos que descansaban allí, saliendo y entrando de las aguas, por miles, en cualquier momento del día o de la noche. Y la anunciada llegada de las grullas, cuando la noche está viniendo y el día ya se ha ido. Acercándose con su lento volar tranquilo y sus llamadas inconfundibles, se acercan al agua cada noche a tomar un trago de agua antes de dormir.
Riolobos ya era conocido entre los ornitólogos, y se empezaba a ver con regularidad gente venida de todos los puntos del país a ver uno u otro pájaro del que habíamos dado noticia.
Conscientes de esta circunstancia, y de la importancia de seguir manteniendo esa situación, SEO-Salamanca inició un estudio pormenorizado de este ecosistema, con un sistema de censos y estudios específicos sobre las especies para las que Riolobos era importante en esos momentos. Por el número de individuos observados, descubrimos que la Espátula europea tenía allí una zona muy importante de alimentación y descanso en la migración otoñal, cuando los grupos familiares necesitan buenas zonas para reunir fuerzas. Que la Cigüeñuela común establecía en primavera una colonia de cría con más de doscientas parejas. O que el embalse se había convertido en uno de los lugares con citas más abundantes de Malvasía cabeciblanca de toda la península en ciertos meses.
Grupo de malvasías en el Azud de Riolobos. Foto: Miguel Rouco. |
Pero ya con la situación en su óptimo veíamos la amenaza de desaparición sobre Riolobos, como si este humedal hubiera empezado su agonía el día que llegó el agua. El plan de regadío no llegará a ejecutarse, y las perspectivas no hacen suponer que se vaya a completar la obra restante. Así que un pantano en medio de la nada que sólo sirve para refugio de pájaros. Y que cuesta dinero llenar, porque la altitud de Riolobos es superior a la de Villagonzalo, el embalse que lo alimenta a través de la red de canales de regadío. Hemos llamado a todas las puertas para explicar el deterioro y la pérdida que estaba sufriendo el azud, conscientes de la necesidad de mantener esta zona húmeda artificial, sabiendo que la muerte de Riolobos es un paso atrás en la conservación de muchas especies.
Pero nadie respondió. Ni las administraciones que tienen la obligación de hacerlo para conservar un espacio que ellas mismas señalaron como importante, ni las empresas que venden verde y crean fundaciones “conservacionistas”. El nivel del agua, sin río que lo alimente, ha ido bajando, y con él la riqueza ornitológica y ecológica en general.
Miro esta otra imagen, de hace algo más de un año. A pesar de nuestros muchos esfuerzos, en poco tiempo Riolobos ha dejado de ser la maravilla que fue, se esfumó su riqueza poco a poco al tiempo que el agua se evaporaba. La lámina de agua es ridícula. Ya no hay islas. Como puntilla, las carpas se ha multiplicado hasta alcanzar categoría de plaga, y, en consecuencia, la calidad del agua se ha visto resentida también por el pastar en el fondo de estos peces, que acaban con la vegetación acuática. Desapareció el alimento de los patos buceadores que pasaban el invierno en cantidades estimables. Porrón es un nombre que ya no suena.
Situación del Azud en 2011. |
De los miles de ánsares que pasaban el invierno han ido quedando unos centenares. Las espátulas han seguido pasando en otoño, pero las observaciones escasean. Seguramente se posan poco tiempo al comprobar que no hay alimento suficiente. Y así con todo lo que fue abundancia y de una forma o de otra se ha ido esfumando hasta quedar solo en nuestra memoria.
Algo ocurrió la pasada primavera que nos hizo sonreír. La situación del agua era tan mala que la Confederación Hidrográfica del Duero se ha visto obligada a hacer un llenado parcial, apenas la tercera parte de la capacidad de Riolobos. Y el cambio ha sido inmediato. Un brillo, pálido reflejo de aquel espectáculo deslumbrante, ha recorrido el azud. Los bandos de limícolas han llenado sus orillas y se han podido alimentar y descansar en su largo y peligroso viaje hacia el sur.
Somormujo lavanco en su nido. Foto: Miguel Rouco. |
Como ya hemos mostrado en este blog, Riolobos es un Ave Fénix y está esperando resurgir de sus cenizas. Vivirá, pero cada año que transcurre sin sacar de la ruina esta joya de la llanura es una oportunidad de vivir que se pierde para miles de pájaros, de los que no vuelven a la vida cuando las fuerzas les abandonan en medio de su viaje interminable.
Recuerdo el verano del año 2000. No puede ser. Estos últimos doce años no van a quedar solo los fuegos artificiales que nos dejaron los ojos como platos.
Francisco Cosme Muñoz.
Francisco Cosme Muñoz.
Hola. Me he quedado impresionado con la lectura de esta entrada. Conocía el azud de Riolobos sólo por referencias, especialmente de Gonzalo Criado (Naturaleza Charra), Miguel Rodríguez (El Ornitoblog) o Víctor Coello (Territorio Natural). Pero era completamente desconocedor de la enorme importancia que llegó a tener, de cuyos sorprendentes datos me acabo de enterar. Al desconocer esto, ignoraba también por tanto que el declive en los últimos años fuese tan acusado. Así pues, gracias por hacer pública esta información para que personas como yo puedan conocerla. Y desde mi humilde posición, transmitiros todo mi ánimo y apoyo para que sigáis intentando revertir la situación.
ResponderEliminarUn saludo.
Descubrimos el azud de Riolobos leyendo la web de Rouco ya que, en los años que relatas, brillaba en todo su esplendor y cada vez éramos más los aficionados que visitábamos con asiduidad este entorno.
ResponderEliminarLamentamos que vuestros esfuerzos por su sostenimiento y conservación no estén dando buenos resultados pues, si no se remedia, morirá un espacio natural que da vida y cobijo a muchas de nuestras aves.
Nuestro apoyo y aliento para que no se pierda definitivamente el interés por salvarlo.
Un saludo desde Pucela de ojolince y sra.
Buenos días,
ResponderEliminarMe alegro de que el Azud haya vuelto a recobrar el pulso y podamos disfrutar de la presencia de tantas especies. Cuando redacte mi proyecto de final de carrera que consistía en un Plan de Gestión para la cuenca del Azud pude disfrutar de la riqueza de los mejores años y proponer a la Junta y la CHD una gestión del habitat que permitiera optimizar el coste de su gestión, que se fundamenta en el llenado periodico, para sustentar un habitat adecuado y unas actividades compatibles (ornitología, pesca, recreo e incluso riego). Preferiría que volviesen los lavajos del Acuiferos de los Arenales y que nunca se pusiese en regadío esta zona pero al menos este humedal puede servir para conservar una muestra de lo que un día hubo y ayudar a muchas especies, y no sólo de aves,a completar sus ciclos vitales.
Es cara su gestión pero hay que valorar su aportación a la economía de la zona en términos de turismo y creo que habría que recuperar la posibilidad que ya se barajó hace muchos años, de la viabilidad de su utilización para la regeneración del acuífero de los arenales que está sobrexplotado.
Gracias Rafael, es gratificante que haya gente que lea y apoye las entradas de este humilde blog, pero tiene un plus de interés si el comentario viene de una persona que ha estado trabajando y estudiando la zona.
EliminarMuchas gracias. Nos gustaría poder contactar contigo, así que te agradeceríamos si te pusieses en contacto con nosotros a través del correo del Grupo: seo-salamanca@seo.org